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Actualizado: 5 de junio de 2025
La Biblioteca del Congreso, cuya base principal es la que perteneció al pretendiente Don Cárlos, no tiene de particular sino sus documentos políticos que le son especiales. El bibliotecario me mostró con suma galanteria cuanto le pedí, y tuve la particular curiosidad de hojear y leer las famosas constituciones de 1812 y 1837, autógrafas y firmadas por todos los legisladores respectivos.
Cualquiera, al ver salir del agua á la pobre criatura que toma los primeros baños, pálida, descarnada, atemorizada, con un temblor mortal, presiente lo rudo que ha de ser tal ensayo y el peligro que corren ciertas constituciones. Estad persuadidos que nadie irá á afrontar tan terrible suplicio si puede suplirlo en su propia casa y sin riesgo por medio de una suave y prudente hidroterapia.
Las últimas reformas en sentido liberal han tenido lugar en Neuchâtel, Tesino y Vaud, en 1858, 59 y 61. Si las constituciones cantonales son en su gran mayoría muy liberales, la de la Confederacion nada ó poco deja que desear, en punto á libertades políticas y personales, igualdad y elementos de fuerza y armonía.
Sin esto, yo no podría ir á dictar mis cursos del invierno en Paris, con la conciencia de decir la verdad, ó lo que mas se aproxime á ella. ¿Por qué no hacen UU. lo mismo en Colombia con sus constituciones, sus leyes y todos sus proyectos de progreso? Miéntras no aprendan á experimentar, observando la naturaleza de las cosas, nada bueno harán.
Aunque se haya disputado con frecuencia acerca de la autenticidad de la liturgia más antigua llegada hasta nosotros, v. gr., la de Santiago, y la de las constituciones apostólicas, es indudable que deben mirarse como compilaciones de muchos usos de diversas iglesias muy antiguas, y en especial que la de las últimas se conocía en la Iglesia oriental en el siglo IV. En toda la forma externa del culto, tal como en ellas se halla constituído, y no obstante las modificaciones convertidas después en reglas para los tiempos posteriores, no puede menos de descubrirse su carácter dramático.
Téngase presente que una cosa es la regla de S. Benito y otra cosa las constituciones y reglamentos particulares de cada congregacion.
Tales sentimientos son mera y vil flaqueza indigna del grande hombre, del super-hombre en ciernes. Derríbense tronos y altares, niéguense como absurdas todas las religiones reveladas, y anúlense o deróguense cuantas son las constituciones sociales y políticas, si sólo sobre las ruinas y escombros de todo ello ha de fundar su imperio la superhumanidad futura.
No lo daré por muy seguro, porque no he llegado a enterarme bien y no gusto de fantasear, pero es posible que mientras yo he estado afanadísimo componiendo todas estas candideces e inocentadas, a fin de salir del paso, mis silfos hayan fundado nuevos imperios, creado constituciones, inventado filosofías y máquinas, y erigido monumentos, en su sentir, imperecederos.
Palabra del Dia
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