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Actualizado: 13 de julio de 2025


CAPÓN MECHADO. Se mecha un capón después de limpio, con pedacitos de tocino y uno o dos dientes de ajo; póngase en una cazuela a rehogar; después de rehogado échese caldo, y cuando esté a punto se saca el capón, se cuela la salsa y se vuelve a poner el capón.

El 6 de noviembre del mismo año se representó La fiera, el rayo y la púrpura, para solemnizar el natalicio del Rey sólo ante los cortesanos, repitiéndose luego para el público desde el 11 al 25. Con motivo de estas representaciones públicas se mencionan los diversos asientos de los espectadores, llamándoseles de esta manera: Aposentos del primero, segundo y tercer suelo. Cazuela. Taburetes.

Llamábase a aquel recinto «la cazuela». Las butacas eran del mismo aborrecible pelote que los palcos y el forro debió ser también del mismo color, aunque no podía saberse con certeza.

Cuando ellos comían, si sobraba, era para Pepe; si no había restos, gracias que le dieran pan con que rebañar la cazuela del cocido; así que las hambres y una felpa con que le obsequiaron por meter en la tina de lo verde lo que había de ser morado, acabaron con la paciencia del muchacho. Se escapó, y entonces fue la época más conturbada de su vida.

8 Y el sacerdote que ofreciere holocausto de alguno, el cuero del holocausto que ofreciere, será del sacerdote. 9 Asimismo todo presente que se cociere en horno, y todo el que fuere aderezado en sartén, o en cazuela, será del sacerdote que lo ofreciere. 10 Y todo presente amasado con aceite, y seco, será de todos los hijos de Aarón, tanto al uno como al otro.

Inquieta y parlanchina, mantenía un verdadero telégrafo de saludos con todo el teatro; con los palcos, con la cazuela, con la platea; a todos conocía, a todos saludaba francachonamente con el abanico.

La doncella, en verdad, tenía sus motivos para no asombrarse tanto como los otros; primero, porque las locuras de la señorita eran para ella el pan nuestro de cada día, y locuras algunas de un género íntimo, secreto, que los demás no conocían; y además, se asombraba menos, porque conocía ciertos antecedentes. Juntas habían ido al teatro noches atrás, a la cazuela, vestidas las dos de artesanas.

El tintorero estaba machacando en un mortero cien y cien materias que andaba sacando ora de un pote, ora de una marmita, ora de un saquillo; y revolviéndolo todo, y pasándolo de una cazuela á otra, y echando ora acá, ora acullá, cucharadas de líquidos que apestaban, y de cuyo contacto era preciso guardar el cútis porque le roian mas que el fuego, se aprestaba á vaciar los ingredientes en diferentes calderas, y sepultar en aquella inmundicia gran número de materias y manufacturas de inestimable valor. «Esto se va á desperdiciar todo, decia el analítico.

Pan seco en la mano y pan en la cazuela en forma de gazpacho fresco o caliente, como si en el mundo no existiera para los pobres otra cosa que el trigo. Una panilla escasa de aceite, lo que podía contener la punta de un cuerno, servía para diez hombres.

Dos o tres años antes de comenzar la acción de este relato tuvo don Juan que ausentarse de Madrid, y queriendo dar a Mónica una prueba del cariño que le profesaba, le regaló unos cuantos miles de reales, que ella invirtió en poner una casa de huéspedes, mas sin envilecerse guisando para ellos; antes al contrario, tomó cocinera que lo hiciese: de este modo se improvisó señora y no puso mano en cazuela a beneficio de quien acaso no supiese saborear su trabajo.

Palabra del Dia

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