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Actualizado: 2 de junio de 2025
Pero entonces, en las pocas preguntas y en la actitud indescriptible de mi hija, yo no sé qué oí, qué vi de extraño, de sobrenatural, como si fuera el rayo de la justicia de Dios que comenzara a castigarme.
Vaya, vístete añadió echando una mirada al reloj, para que no llegues tarde a misa de ocho. ¡Llegar tarde a misa en el día de mi cumpleaños!... No, abuela; Dios querría castigarme y sería capaz de casarme de repente...
Corrióse tanto el hombre, que dio a correr tras mí con un cuchillo desnudo para matarme; de suerte que fue forzoso meterme huyendo en casa de mi maestro, dando gritos. Entró el hombre tras mí, y defendióme el maestro, asegurando que no me matase, asegurándole de castigarme.
He procurado morir en mí para vivir en el objeto amado; desnudar, no ya sólo los sentidos, sino hasta las potencias de mi alma, de afectos del mundo y de figuras y de imágenes, para poder decir con razón que no soy yo el que vivo, sino que Cristo vive en mí. Tal vez, de seguro, he pecado de arrogante y de confiado, y Dios ha querido castigarme.
Pero, por parecerme que alguno no puede perseverar en el intento amoroso luengo tiempo, si no es sustentado de alguna esperanza, quiero atribuirme a mí la culpa de tu impertinencia, pues, sin duda, algún descuido mío ha sustentado tanto tiempo tu cuidado; y así, quiero castigarme y darme la pena que tu culpa merece.
Y en veinticuatro horas se me muere, como si el cielo quisiera castigarme. Es verdad que me queda mi nieto; pero ese Juanito en nada se parece a su padre, y te lo confieso: le quiero poco; no veo en él más que un reflejo lejano de mi pobre hijo. De mi pasado, de aquella época que fue la más feliz de mi vida, sólo me resta Visitación. Es el retrato de la pobre muerta; ¡la adoro!
-Señor -respondió Sancho-, si va a decir la verdad, yo no me puedo persuadir que los azotes de mis posaderas tengan que ver con los desencantos de los encantados, que es como si dijésemos: "Si os duele la cabeza, untaos las rodillas". A lo menos, yo osaré jurar que en cuantas historias vuesa merced ha leído que tratan de la andante caballería no ha visto algún desencantado por azotes; pero, por sí o por no, yo me los daré, cuando tenga gana y el tiempo me dé comodidad para castigarme.
Si hubiese sido una verdadera madre, pensando sólo en él, ¡quién sabe!... tal vez viviría aún. Pero alguien quiso castigarme por mi conducta desnaturalizada, y lo mató, para que yo despertase, cuando me creía más feliz en mi torpe enamoramiento. Miguel ya no quiso hablar. Sus ojos miraron á esta mujer con lástima y desaliento.
Máximo a su hermano. 26 de noviembre. La he visto y no ha querido decir nada, valiéndose de subterfugios y afirmando que había querido castigarme por el abandono en que la tenía y que había hecho mal de tomar en serio unas bromas que no merecían ese honor. ¿Me afirma usted, señora, que no había en sus palabras ningún doble sentido ofensivo para mí o para mi prometida?
Palabra del Dia
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