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Actualizado: 26 de octubre de 2025
165 Una noche que riunidos estaban en la carpeta empinando una limeta el jefe y el juez de paz, yo no quise aguardar más, y me hice humo en un sotreta. 166 Me parece el campo orégano dende que libre me veo; donde me lleva el deseo allí mis pasos dirijo, y hasta en las sombras de fijo que donde quiera rumbeo.
Para saber si eran realmente colegiales o Padres disfrazados de alumnos, los sicarios les quitaban el bonete buscando la corona sacerdotal. Aquella mañana había funcionado con mayor actividad que otros días el aparato de trasmisión, establecido por D. Rodriguín entre su carpeta y la de su amigo. Amice,¿exaudisti hodie susurrationes trapisondarum?
En una, la que estaba destinada al amanuense, unos estantes con papeles y legajos polvorientos, comidos de la polilla, folletos y periódicos, en paquetes atados con hilo de Campeche; una mesa secular, cubierta con una carpeta de paño verde, manchada de tinta; gran tintero de plomo, una marmajera del mismo metal, dos plumas dignas del gabinete de un arqueólogo, y un retal de casimir negro para limpiar las plumas, procedente, sin duda, de algún pantalón viejo del abogado.
En esto, desarrollaba los papeles que traía en la mano, y volvía a arrollarlos en sentido inverso para que perdieran el vicio: eran unos cuantos pliegos en folio, metidos bajo una carpeta bien rotulada. En seguida puso el cuadernillo en manos de su señora. ¿Está aquí todo lo que yo he pedido? preguntó la marquesa volviendo la primera hoja.
Esta historia de las jugarretas famosas del Retamo, en que hubo noche que 130.000 pesos estaban sobre la carpeta, es la historia de toda la vida de Quiroga. «Mucho se juega, general le decía un vecino en su última expedición a Tucumán. ¡Eh!, ¡esto es una miseria! ¡En Mendoza y San Juan podía uno divertirse! ¡Allá sí que corría dinero!
Que me guste desesperadamente, muy bien. Pero que vaya yo a exigir el pago de un pagaré de amor firmado sobre una carpeta de meningitis, ¡diablo! eso no. Nueve de la mañana. No es hora sobremanera decente de acostarse, pero así es. Del baile de lo de Rodríguez Peña, a Palermo. Luego al bar. Todo perfectamente solo. Y ahora a la cama.
Abrigadas las piernas por ancha manta y una gorrilla sobre los ojos, está absorto en la lectura de unos documentos y en el examen de unos planos que va sacando de una gran carpeta puesta sobre los almohadones y en la que puede leerse esta inscripción: Bosques de Val-Clavin. Petición de deslindes.
Palabra del Dia
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