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Actualizado: 15 de mayo de 2025
El señor Juan servía á las casas más importantes, por la confianza que inspiraba su pericia. Jamás había averiado los géneros con un mal tropiezo en los innumerables bajos de la ría ó en la vuelta de la Salve; conocía las aguas palmo á palmo, y siempre que había que hacer el salvamento de alguna gabarra perdida, le llamaban á él.
Á ver, el segundo: un rollo de tela de púrpura, que no se ha visto matiz más hermoso en Inglaterra y otro de paño de oro; ponlo ahí en el suelo junto al fardo del otro, y si algo resulta manchado ó averiado te corto las orejas.
Todas ellas fingiendo cumplir un deber de cortesía con ustedes al visitarlos, se agarran a esa ocasión para darse pisto entre las gentes de la villa y meterles a ustedes sus trapitos por los ojos... Cuando concluya esta tanda, empezará la de las otras, el Faubourg Saint-Germain de aquí, «nuestra vieja aristocracia», como si dijéramos, los Carreños de abajo y los Vélez de arriba, que es ya lo único que nos queda de esa clase, y bastante averiado por cierto.
No tan de prisa exclamó el cura. ¿Qué hace usted de la enfermedad, que cambia la animación en tristeza, sobre todo en las nerviosas?... ¿Qué de la sordera que ensombrece la mirada y le da una expresión inquieta?... No hay que ser tan categórico. El buen fruto se distingue del averiado por las palabras y los actos.
No he padecido nunca de ese mal... Bien es verdad que tampoco usted padecería si se hubiera pasado cinco años en el seminario comiendo judías con sal, y arroz averiado: saldría usted de allí comiéndose las correas de los zapatos, como este cura... ¿Es usted cura? No, señor; es un decir: estudio para ello. ¡Ya me parecía!
Un escaparate de perfumería de buen tono le sugirió una idea feliz: había echado sus canas al aire de una manera indecorosa, sin aliñarlas y componerlas con el negro disimulo del tinte, y aquella hermosa tienda le ofrecía ocasión de remediar tan grave falta, inaugurando allí la campaña de restauración de su existencia, que debía comenzar por la restauración de su averiado rostro.
Palabra del Dia
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