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Actualizado: 5 de mayo de 2025


En las noches tormentosas, cuando el viento pasa de parte á parte la casucha por sus resquicios y grietas, amenazando derribarla, los cuerpos vestidos y malolientes se buscan y se estrechan ansiando calor, y los sudores se juntan, las respiraciones se confunden, la suciedad fraterniza.

Y fue que don Baltasar de Peralta, no porque mi madre se hubiese casado había matado, o por lo menos sujetado a los preceptos de la virtud, de la religión y de la honra, que en son unos mismos, aquel su amor tirano y voluntarioso que a mi madre había tenido y tenía, sino que muy contrariamente, dejó a la rabia y a los celos, sin intentar siquiera combatir con ellos, que este amor aumentasen; no dejaba la ida por la venida a la calle del Hombre de Piedra, y pasaba en ella, oculto por una esquina, o embebido en el hueco de una puerta, luengas horas, particularmente de noche, ansiando ver a aquella que era la agonía de su vida, la desesperación de su alma y el sujeto de todos sus pensamientos.

Y todos salieron a la desbandada, empujándose, ansiando en la asfixia de la embriaguez aspirar el aire libre del patio. Muchas, al abandonar la silla andaban tambaleantes, apoyando la cabeza en el pecho de un hombre. La guitarra del señor Pacorro sonó con triste quejido al chocar con el quicio de la puerta, como si la salida fuese estrecha para el instrumento y el Águila, que lo empuñaba.

Uno de ellos es el duque Norandino; otro el Rey, que duda de la culpabilidad de su esposa, y el último Laura, atormentada por los remordimientos de su conciencia y arrepentida de su acción, y ansiando salvar el honor de la Reina, aun á riesgo de su vida.

Frisaba ya en los veinticuatro años, y harto de aquella vida, y ansiando ver mundo, pidió la bendición a sus tíos, quienes se la dieron acompañada de algún dinero, y tomando además armas y caballo, salió de Vesci a buscar aventuras y modo de mejorar de condición. Como Mutileder tenía tan hermosa presencia, y era además simpático y alegre, por todas partes iba agradando mucho.

En estremo pródigos y amigos de la ostentacion, y ansiando siempre poder adquirir ornamentos lucidos para engalanarse ellos y sus mujeres, no hay trabajos, por penosos que sean, que no estén dispuestos á emprender á fin de procurarse tal satisfaccion.

Todos querían ver á los contendientes y se empujaban, ansiando pasar su mirada por encima de los hombros que tenían delante. El barrenador guipuzcoano era un mocetón mofletudo, de ojos abobados, ruboroso y con cierto miedo, al verse objeto de todas las miradas.

Palabra del Dia

bagani

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