Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 3 de mayo de 2025


Llevaba siempre tras , en las horas de recreo, un hato de niñas precozmente místicas, preguntonas, rezonas y cuya conducta, palabras y entusiasmos pertenecían a lo que podría llamarse el pavo de la santidad. Difícil es averiguar lo que pasó en el cotarro que formaban Sor Facunda y sus amiguitas.

Iba la hermosa niña los domingos y jueves a pasar con doña Tula todo el día; también solía ir los martes y los viernes, y a veces los lunes y sábados. Los días de fiesta reuníanse allí varias amiguitas de la generala, entre ellas las niñas de D. Buenaventura de Lantigua, y una prima de estas, hija del célebre jurisconsulto D. Juan de Lantigua, la cual, si no estoy equivocado, se llamaba Gloria.

Sus tíos no la mataban a trabajar; antes al contrario, le concedían permiso para salir de paseo los domingos con sus amiguitas, y la tenían limpia y decentemente vestida; limpieza y decencia que, según Cristeta fue creciendo, comenzaron a convertirse en extraordinario aseo y primoroso gusto. El autor había escrito manguitos. La Academia dice mangotes. ¡Paciencia!

Allí no valía reírse, pero buenas ganas se les pasaba. Marta, madrina, presenciaba la escena con cara de judío: pensaba en la superioridad de sus ideas personales sobre la vulgar manera de entender la ceremonia que presenciaban aquellas frívolas amiguitas.

¡Señor, yo no hablo más que de la posibilidad de una equivocación! replicó el inválido riendo. Y si no, que me diga el P. Norberto si hay mucha diferencia en la figura entre una señorita y esas amiguitas suyas. No son amigas mías, D. Martín replicó riendo benévolamente el buen sacerdote; son ovejas descarriadas... Pero usted no les tira piedras para que vuelvan al redil, sino besos...

Sentíale apoyado por todas sus amigas y creía la inocente de buena fe que si le despedía éstas se despedirían también y volvería a quedarse sola. ¡Buena gana tenían de hacerlo! Aquellas amiguitas la utilizaban lindamente. Comían bien en su casa, asistían al teatro en su palco, iban a paseo en sus coches y además de vez en cuando le tomaban algún dinero prestado.

La ocurrencia se celebró mucho y esto volvió el humor a aquel dañino animal. Supo contestar tan bien a la vaya que le daban sus amiguitas, que aquella tarde ganó fama imperecedera de cazurro y de pícaro. Moro se sentó al lado del conde, y mientras comían no cesó de inculcar en su alma la ventaja de traer al palacio de Granja una mesa de billar.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando