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Actualizado: 18 de junio de 2025


Poco me costó que hablase. Era parlanchina, locuaz, imprudente, de lengua demasiado suelta, culpas atenuadas por el afán de contar la caída desde una posición acomodada hasta la más dura pobreza: pero en el fondo de su palabrería y su exceso de charla latía algo terrible. ¡Mi marido había robado al suyo veintidós mil duros! La historia es sencillísima. Su esposo era procurador.

La diminuta tertulia, después de agotar los no muy variados recursos del juego de prendas, permaneció inactiva y acomodada en el ángulo de la sala, entablando en voz baja una vivísima plática entrecortada de risas y exclamaciones, donde los jóvenes de ingenio tuvieron ocasión de lucirlo a expensas de algún desventurado a quien despellejaron sin piedad.

Unos vivían en Tetuán, dedicados a la busca; los de la otra rama, más acomodada y feliz, hacía años que se habían trasladado al Rastro, y tenían tiendas en las Américas.

Reflexionó Maltrana un buen rato para reunir sus recuerdos. Y de los ricos de América creo haber terminado la lista. Pero aún viene gente más interesante. Un obispo italiano que viaja a expensas de una familia acomodada. Son gentes establecidas de antiguo en un barrio de allá que llaman la Boca.

La clase acomodada, muy numerosa en proporción de la pequeñez de todo el vecindario, era lo suficiente ilustrada para hacer agradabilísimo su trato, sin el refinamiento que hoy distingue á la culta sociedad, con grave deterioro de los puros y santos afectos; y aunque los hijos de estas familias salían á las universidades y viajaban, llevando siempre consigo tan bello recuerdo de la madre patria, cuando á ella tornaban deponían de buen grado los resabios adquiridos en el mundo, y volvían á ser sencillos comillanos.

Pasemos á la parte indumentaria. La dama de la alta sociedad y la acomodada de la clase media visten como determina mensualmente el figurín de París, ni más ni menos. Excusado es, por consiguiente, buscar nada local, nada típico en su traje..... En este punto, ver á una elegante madrileña es ver á una elegante granadina.

El Comillas clásico no existía ya: lo que yo estaba viendo era un pueblo industrial como otro cualquiera, favorecido, durante el verano, por una escogida sociedad de forasteros que habían impuesto á la clase indígena acomodada sus costumbres, como la industria había reducido á sus exigencias los hábitos patriarcales de la masa popular.

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