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Para determinar con exactitud los casos de susto y de cólera propios de acónito, es necesario recordar que el espíritu debe reaccionar por un sentimiento afectivo cualquiera, porque la pasibilidad relegaria estos casos á las atribuciones de otros medicamentos.

La dósis comun, en la fiebre y la amigdalitis por ejemplo, es de 3 á 4 gotas de la primera atenuacion diluidas en agua. En las neuralgias ú otras afecciones muy propias del acónito, no se debe bajar de la tercera atenuacion. § I. Historia.

Mientras que el carácter inflamatorio persista, aun cuando se alivie, se debe insistir sobre el acónito y repetir sus dósis: el mejor indicio de su utilidad es el pulso que disminuye de frecuencia al cabo de algunas horas.

Pero prescindiendo de todas estas consideraciones, el acónito es uno de los mas poderosos agentes de curacion en un gran número de enfermedades agudas durante su período de concentracion y espasmo, en aquel período en que el sistema nervioso es el único que parece está en accion, y es tambien el mejor medio abortivo de ese mismo período, y por consiguiente, preventivo de los siguientes.

Los síntomas conocidos del acónito se prestan mejor que ningun otro medicamento á la division en estado prodrómico, agudo, sobreagudo y crónico. Esta division surge naturalmente de la accion especial y progresiva del medicamento sobre la economía.

En las personas muy linfáticas y de constitucion floja, el acónito tiene menos accion y desenvuelve menos síntomas nerviosos. La grande utilidad de este medicamento está en las enfermedades febriles de la infancia en la que el sistema nervioso nunca está completamente dominado por el sanguíneo; en esa edad de la vida vegetativa que precede á la del sistema arterial.

Pero este carácter es propio tambien de las neuralgias del acónito; mientras que el del mercurio, nuez vómica y stafisagria, es el de mejorarse las neuralgias por el calor.

Muchos autores le atribuyen el aumento de la actividad de las arterias y la hemitis. Algunos estienden su influencia al sistema fibroso cuya vitalidad exalta; Rau nos da de la hiperestenia arterial del acónito una esplicacion que me parece convendria mejor á otros medicamentos.

Conviene algunas veces administrar en el intérvalo del acónito varias dósis de un medicamento cuya accion es análoga á la suya en la enfermedad que se trate, como la belladona, la manzanilla, la pulsatila. En las exacerbaciones agudas de las flegmasías crónicas y en el período subagudo de ciertas fiebres de larga duracion, la alternacion del acónito y del azufre produce escelentes resultados.

Si el hierro es el hierro, y la quina la quina; si cada uno de ellos tiene su especialidad de accion, ¿á qué conduce la medicacion tónica? ¿Qué bienes podrán producir esas grandes divisiones que confunden los medicamentos y falsean las aplicaciones? ¿Porqué hacer de la belladona un narcótico, cuando al opio, á la cicuta y al acónito se les da la misma denominacion ? Mr.