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=A.= Estado agudo. El carbonato de amoníaco tiene en su patogenesia síntomas de sobreescitacion sanguínea continuos y remitentes, y se los puede dividir en dos períodos: el de eretismo y de relajacion, ó agudo y subagudo: el de este medicamento, sin embargo, es mas bien subagudo, comparado con el de medicamentos francamente piréticos.

La quina, repetimos, no se adapta al elemento inflamatorio, no ofrece analogía con el estado agudo febril y flegmásico franco. Así pues, en una bronquitis es necesario aguardar al período subagudo y crónico; y la respiracion sibilante, anhelosa, es entonces una de sus mejores indicaciones, así como para la manzanilla; porque las dos corresponden en este caso á la astenia nerviosa.

Viene despues el estado subagudo, que es el en que la vida ha resistido convenientemente y que se ha sobrepuesto á las causas de descomposicion. Esta faz intermediaria entre la agudeza y la cronicidad sigue la marcha ó el período de la crísis, y da lugar al restablecimiento de la armonía funcional, ó á la cronicidad; pertenece á todos los medicamentos piréticos como el cuarto período.

Pero una astenia mayor, el temblor, la debilidad de los músculos voluntarios y la decoloracion de las mucosas, requieren mercurio. La subagudeza con eretismo exigiria el azufre; el cólchico, que tiene menos afinidades con las membranas serosas, puede ser preferible á la digital cuando el derrame es subagudo y seroso.

La disentería pútrida reclama el uso de arsénico, lo mismo que la hematémesis, la melena y las hemorragias pasivas ó pútridas con calor quemante general ó local y ansiedad estremada. Estas afecciones requieren tambien á veces los ácidos fosfórico y clorhídrico, el carbon vegetal, ó la nuez vómica. § VII. Estado subagudo. Efectos fisiológicos y terapéuticos.

La digital, con el tártaro estibiado, el antimonio y sénega, es el mejor medicamento que se puede emplear en las inflamaciones exudativas, cuando las exudaciones son serosas, y los síntomas generales asténicos y graves, y particularmente cuando la brionia y el mercurio han sido ineficaces ó que no han estado indicados en el período subagudo.

Por lo espuesto hasta ahora, se puede comprender que el antimonio no tiene lugar en el tratamiento de una enfermedad francamente inflamatoria, porque esceptuados los accidentes febriles intermitentes, todos sus fenómenos indican el período de flojedad en las enfermedades, ó el subagudo y crónico.

Pero en estas, como en cualquiera otra flegmasía, el estado subagudo y aun crónico está caracterizado por momentos de agravacion que, aunque menos agudos sus síntomas, se acomodan muy bien á belladona sola ó alternada con otros mas propios, para dar á los tejidos su tonicidad debilitada, como el borax, el carbonato de amoníaco, la quina y el azufre.

En cuanto á los síntomas propios á un estado subagudo, no están aislados de estas formas graves ni de la adinamia.

Conviene algunas veces administrar en el intérvalo del acónito varias dósis de un medicamento cuya accion es análoga á la suya en la enfermedad que se trate, como la belladona, la manzanilla, la pulsatila. En las exacerbaciones agudas de las flegmasías crónicas y en el período subagudo de ciertas fiebres de larga duracion, la alternacion del acónito y del azufre produce escelentes resultados.