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De los hechos indicados, que constituyen la historia ó biografía de nuestro autor, se desprenden lecciones importantes, útiles á la generalidad de los hombres y aún más á los españoles.

=Dósis.= Pueden emplearse con éxito las tres primeras atenuaciones, es decir, las trituraciones á la dósis de 1 á 4 ó 5 decígramos al dia. Las otras divisiones posológicas, desde la sesta atenuacion, son útiles en las mismas circunstancias que las hacen preferibles en otros medicamentos. § I. Historia.

Los mulos y los caballos son ligeros y robustos, como conviene a un país montañoso; aunque a decir verdad, hay más de los primeros que de los segundos, porque sirven aquéllos para cargar las mieses que se conducen por nuestros escabrosos caminos; pero éstos no son útiles más que para algunos enfermos como yo, o para las mujeres, pues los habitantes prefieren andar a pie, en lo cual hacen muy bien.

Y vió muy pronto D. Francisco que aquellas novedades eran buenas y que su hija tenía mucho talento, porque... vamos, parecía cosa del otro jueves... echábase mi hombre á la calle y se sentía, con la buena ropa, más persona que antes; hasta le salían mejores negocios, más amigos útiles y explotables.

Debo decir, sinembargo, que, así como ninguno de mis viajes ó excursiones ha sido asunto de diversion para , pues mi objeto principal ha sido el de adquirir conocimientos útiles, del mismo modo mis incorrectos apuntamientos no tienen por objeto entretener á mis lectores hispano-colombianos, sino hacerles, en la medida de mis fuerzas, un servicio provechoso.

Otros, como el Cauit, Tumbaboso, Mahasen, Caragasan, que encauzados en los esteros son muy útiles para la agricultura.

De que los libros no valgan dinero resultará que todos aquellos hombres de entendimiento, que sirven para algo, harán mil cosas útiles y no escribirán.

Si los objetos de arte han sido en otro tiempo objetos útiles, si el Arte arrastra consigo la idea de inutilidad como algunos afirman, hay que confesar que los socios del Club de los Salvajes, en materia de boquillas obran como verdaderos artistas.

La esplendidez del paisaje tenía como embobados a los convidados de doña Manuela, a pesar de ser todos ellos gente poco susceptible de entusiasmarse ante cosas que no fuesen útiles. ¡Muy hermoso! exclamaba «la magistrada » . Yo he vivido en Granada cuando mi difunto estuvo en aquella Audiencia, y su vega no tiene comparación con ésta.

Las últimas cartas de Vd., queridísimo tío, han sido de grata consolación para mi alma. Benévolo como siempre, me amonesta Vd. y me ilumina con advertencias útiles y discretas. Es verdad: mi vehemencia es digna de vituperio. Quiero alcanzar el fin sin poner los medios; quiero llegar al término de la jornada sin andar antes paso a paso el áspero camino.