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Actualizado: 24 de mayo de 2025
Venía, pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto vizcaíno, con la espada en alto, con determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba ansimesmo levantada la espada y aforrado con su almohada, y todos los circunstantes estaban temerosos y colgados de lo que había de suceder de aquellos tamaños golpes con que se amenazaban; y la señora del coche y las demás criadas suyas estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas las imágenes y casas de devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a ellas de aquel tan grande peligro en que se hallaban.
El caserío de Donsol lo divide, como ya hemos dicho, el río de su nombre. En la margen oriental domina con su influencia comercial el bondadoso Azcune, honrado vizcaíno perteneciente á la colonia de Zoilo Aldecoa, rico banquero de Manila, honra del comercio nacional y verdadero patriarca de todos los vizcaínos que hay en aquellos Archipiélagos.
Con él se habian, huyendo, retraido Galiano de Meira, el bullicioso, Y Ochoa vizcaino, su querido; No sè cual de ellos era mas vicioso. El pueblo con instancia le ha pedido Que si quiere tener algun reposo Aquestos eche fuera de la casa, Sino que le harán en breve brasa.
Otro incidente no ha dejado de impresionarme. En el pasaje de Jouffroi hemos encontrado á un vizcaino, que viene de la Habana, y que se ha hecho rico con la trata de negros. Lleva una gran cadena de oro, sortija de brillantes, alfiler de lo mismo; casi al propio tiempo, pasa por nuestro lado un hombre modesto y humilde. Era M. Littré, el hombre más sábio quizá de todo el Instituto de Francia.
El vizcaíno, que así le vio venir contra él, bien entendió por su denuedo su coraje, y determinó de hacer lo mesmo que don Quijote; y así, le aguardó bien cubierto de su almohada, sin poder rodear la mula a una ni a otra parte; que ya, de puro cansada y no hecha a semejantes niñerías, no podía dar un paso.
Y el primero que fue a descargar el golpe fue el colérico vizcaíno, el cual fue dado con tanta fuerza y tanta furia que, a no volvérsele la espada en el camino, aquel solo golpe fuera bastante para dar fin a su rigurosa contienda y a todas las aventuras de nuestro caballero; mas la buena suerte, que para mayores cosas le tenía guardado, torció la espada de su contrario, de modo que, aunque le acertó en el hombro izquierdo, no le hizo otro daño que desarmarle todo aquel lado, llevándole de camino gran parte de la celada, con la mitad de la oreja; que todo ello con espantosa ruina vino al suelo, dejándole muy maltrecho.
La señora del coche, admirada y temerosa de lo que veía, hizo al cochero que se desviase de allí algún poco, y desde lejos se puso a mirar la rigurosa contienda, en el discurso de la cual dio el vizcaíno una gran cuchillada a don Quijote encima de un hombro, por encima de la rodela, que, a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.
Capítulo X. De lo que más le avino a don Quijote con el vizcaíno, y del peligro en que se vio con una turba de yangüeses
o ¿Por qué no ha de tener España su portero, cuando no hay casa medianamente grande que no tenga el suyo? En Francia eran antiguamente los suizos los que se encargaban de esta comisión; en España parece que la toman sobre sí algunos vizcaínos. Y efectivamente, si nadie ha de pasar hasta hablar con el portero, ¿cuándo pasarán los de allende si se han de entender con un vizcaíno?
Palabra del Dia
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