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Actualizado: 25 de junio de 2025
El amor se acaba luego, Nunca la necesidad: Hoy, con el pan de la boda, No buscaréis otro pan. De mí os vengais esta noche, Y mañana, á más tardar, Cuando almorcéis, un requiebro; Y en la mesa, en vez de pan, Pongáis «una fe» al comer Y «una constancia» al cenar, Y pongáis en vez de gala Un «buen amor» de Milán, Una tela «de mi vida» Aforrada en «me querrás» Echaréis los dos de ver.
Decid á vuestra señora dijo Montiño con voz apenas inteligible que aquí está el cocinero mayor del rey. No es necesario avisarla dijo Pedro ; os espera y me ha dicho que en cuanto vengáis, entréis. El cocinero entró, y poco después estaba á solas con Dorotea. La joven cerró las puertas en cuanto entró en la sala Montiño.
Y no creo que haya motivo añadió el duque, mirándole de alto abajo y sonriendo de una manera que nos atreveremos á llamar triunfante ; no creo que haya motivo para que tan embozado, tan en silencio, y con un encubrimiento y un silencio tan inútil, vengáis á mi casa y pretendáis salir de ella; como os habéis tapado la cruz y el rostro con el ferreruelo, debiérais haberos puesto en cada pie un talego, á fin de tapar vuestros juanetes y disimular lo torcido de vuestras piernas; no digo esto por mortificaros, sino porque comprendáis que os he conocido, don Francisco.
Cuando la esposa de Salcedo supo el terrible desenlace del proceso, convocó a sus deudos y les dijo: Mis riquezas han traído mi desdicha. Los que las codician han dado muerte afrentosa al hombre que Dios me deparó por compañero. Mirad cómo le vengáis.
Palabra del Dia
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