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De todas suertes, lo que le pasaba probaba que aún era joven, que no era por necesidad disfrazada de idealismo por lo que se juraba ser platónico, siempre platónico, o por lo menos indefinidamente, en sus relaciones con la fiel y querida amiga.

De voluntad fácil para el enamoramiento, Torrebianca andaba siempre en relaciones con una liejesa, y Robledo, por acompañarle, se prestaba á fingirse enamorado de alguna amiga de la muchacha.

Así vemos trasladado el sistema de las relaciones al órden de las apariencias, en cuanto afectan las facultades susceptibles de placer: armonizándose de una manera admirable la razon con el sentimiento, de la propia suerte que habíamos encontrado armonizados el entendimiento y el sentido.

Quiere, dice, vivir en buenas relaciones con sus vecinos. Se muestra amable y cariñoso con el padre, amable y cariñoso conmigo. Lleva a los muchachos pasteles y azúcar cande, y todos nos enamoramos de él. Y al fin declara al padre que me quiere por mujer... «¡Pero si no tiene nada! dice mi padre. «Tampoco quiero yo nada» responde él.

Si el ser no pertenece al órden de las inteligencias, sus facultades perceptivas se limitarán á las intuiciones sensibles, en la medida que le corresponde segun el lugar á que está destinado. Al espíritu humano, destinado á la union con el cuerpo, y á estar en continua comunicacion con el universo corpóreo, le ha sido dada la intuicion sensible, como base de sus relaciones con los cuerpos.

Si la dignidad de varón no se lo impidiera, seguramente su primer acto aquella noche hubiera sido coger por el moño á doña Paz y hacerle inclinar la cabeza hasta el suelo. Lo urgente y decoroso era suspender relaciones con aquel hombre fanático, que le parecía más repugnante después que se reunía descaradamente con los jóvenes exaltados, y hasta llegaba á darse el título de liberal.

Cada cual de ellas invita a «sus relaciones», y nadie tiene derecho a quejarse si no es invitado ni «relación» de la casa.

Las relaciones de nuestra Península con Roma eran demasiado estrechas para que no se nos hiciese familiar el estravío que allí padecia el buen gusto; además, el estilo introducido por la escuela de Herrera habia en cierto modo agotado sus recursos, y se deseaba la novedad.

El ejemplo de prudencia admirable que en sus relaciones internacionales ha dado la República Argentina, no será infecundo para la América.

Cuatro años habían pasado desde la introducción de mi primo en la sociedad: habíale perdido ya de vista, porque yo hago con el mundo lo que se hace con las pieles en verano; voy de cuando en cuando, para que no entre el olvido en mis relaciones, como se sacan aquellas tal cual vez al aire para que no se albergue en sus pelos la polilla.