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Actualizado: 25 de junio de 2025


Sobre algunas puertas quedaba aún el escudo de piedra, revelador del orgullo nobiliario de los que construyeron el caserón en la época que aún no había nacido la República Argentina y el país era gobernado por los representantes de la monarquía española. Se presentó Ovejero puntualmente en la iglesia á la hora de la procesión.

La de Arturo estuvo en peligro durante mucho tiempo; por espacio de dos meses se desesperó de salvarle, y cuando recobró la salud, su fortuna, sus esperanzas, las de su tío, todo se hundió en tres días, al hundirse la monarquía de Carlos X. El obispo no pudo resistir este desastre; enfermo y apenado, quiso seguir a la corte en su destierro, pero no pudo.

Realmente esta era la conversación que venía al caso entonces, y entendiéndolo así le dio una multitud de consejos encaminados todos a no dejarse pegar por el director de La Monarquía; antes bien, a partirle por el medio en la primera ocasión.

Mucho debió de menguar el amor a la monarquía por entonces, pues en pocos años se descubrieron y castigaron temerosas conspiraciones fraguadas por poderosos y nobles.

Pero siendo el Palacio Real uno de los grandes prodigios de la monarquía absoluta, claro es que al pasar aquel régimen, debió perder no poco de su antiguo esplendor. En espacio es en lo que menos ha perdido, y tres calles se han hecho á expensas de sus encantadores jardines; las calles de Valois, de Beaujolais y de Montpensier.

Cierto es que dicho joven, último representante de una de las más linajudas familias de la monarquía, llevaba uno de esos antiguos apellidos que van de día en día extinguiéndose, hasta el punto de que muy pronto no figurarán ya sino en la historia. Se llamaba Amaury de Leoville.

Al perder sus creencias en el dogma perdió también, como consecuencia lógica, aquella fe en la monarquía que le había llevado a pelear en las montañas. Apreciaba ahora claramente la historia de su país sin prejuicios de raza.

Pero en definitiva, la tradicion de la monarquía era para los pueblos un principio histórico íntimamente ligado á la tradicion de las libertades ó fueros municipales que los monarcas habian respetado.

De estas observaciones se desprende que para aquel salón, donde se colocaban cuadros alegóricos, alusivos a las grandezas de la monarquía, debió de ser encargado el de la Expulsión de los moriscos y que existiendo allí ya el citado de Ticiano, que aún se conserva en el Museo del Prado al gusto del gran veneciano, se amoldaría Velázquez.

Es lástima que no podamos dar a conocer en toda su extensión esta obra, que uno a sus gracias, el mérito de ser un precioso documento histórico, pues en ella está descrito con detalles mil el solemnísimo acto de la jura, y narradas las fiestas con que la monarquía quiso hacer memorable aquel suceso.

Palabra del Dia

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