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Actualizado: 31 de mayo de 2025


Y la otra, consideraba y decía: "Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre y dejándole topé con estotro, que me tiene ya con día en la sepultura; pues, si deste desisto y doy en otro más bajo, ¿qué será, sino fenecer?" Con esto no me osaba menear; porque tenía por fe que todos los grades había de hallar más ruines: y a abajar otro punto, no sonara Lázaro ni se oyera en el mundo.

Pepa se prestó al instante á ello, pero á Frasquito no hubo poder humano que le hiciese menear las piernas. Alegaba ignorancia; si supiese, con mucho gusto echaría un baile. En realidad desdeñaba el arte de Terpsícore: toda su devoción la consagraba á Mercurio.

-Con todo eso -replicó Sancho-, hay tanto que trasquilar en las dueñas, según mi barbero, cuanto será mejor no menear el arroz, aunque se pegue.

«Clamaban dice el manuscrito del conde del Aguila los alaridos de la gente porque la mujer era hermosa: cuatro de los religiosos se abrazaron con el marido sin dejarle menear y ayudados de otros y diciendo á grandes voces: Ya ha perdonado echaron abajo á la mujer, que dió un salto por la escalera como una gata, y sin cesar las voces de Ya ha perdonado fué notable el alarido y contento de todos, y se la llevaron en volandas á San Francisco.

Don Eugenio, al ver aguada la sobremesa, optó por levantarse, proponiendo a Julián que saliesen a tomar el fresco en la huerta: algunos clérigos se alzaron también, anunciando que iban a echar completas; otros se escurrieron en compañía del médico, el notario, el juez y Barbacana, a menear los naipes hasta la noche.

Mirosté a ese Pi... un mequetrefe. ¿Y Castelar?, otro mequetrefe. ¿Y Salmerón?, otro mequetrefe. ¿Roque Barcia?, mismamente. Luego, si es caso, vendrán a pedir que les ayudemos, ¿pero yo...? No me pienso menear; basta de yeciones. Si se junde la Repóblica que se junda, y si se junde el judío pueblo, que se junda también».

Vamos, D. Andrés, véngase a menear un poco las piernas, que estas chicas lo desean. Las mozas, avergonzadas, protestaron. Andrés sonrió, sin atreverse a aceptar. Al fin, atraído por el deseo irresistible de aproximarse a Rosa y por la necesidad de sacudir el aburrimiento, se introdujo también en el corro. La primera a quien sacó a bailar fue a Rosa.

Palabra del Dia

rigoleto

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