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Actualizado: 20 de julio de 2025


La Real Audiencia de Charcas, al paso que sentia la conmocion de tantas poblaciones, deseaba con ansia el remedio, pero no acertaba con el oportuno, porque sus miembros, poco acostumbrados á este género de acontecimientos, se mantenian tímidos é irresolutos, sin atreverse á tomar providencia, que cortase en sus principios el peligroso cáncer que amenazaba al reino, haciendo algun castigo que escarmentase á los sediciosos, y arrancase en su nacimiento la raiz de rebelion, que comenzaba á sembrarse: único remedio, cuando ya de nada servia la luchazon de sus personas, que con servil acatamiento se habia venerado hasta entonces.

Mas Dios Nuestro Señor que ama tanto á aquella nueva iglesia, no tardó mucho en castigar su hipocresía y lascivia, de suerte que quien supiese el castigo escarmentase, y juntamente tuviese tiempo la miserable é infeliz de pedir á Dios misericordia.

Tratamos mal al compañero poeta; y yo, diciéndole que mirase de la que nos habíamos escapado y escarmentase, díjome que no era suyo nada de la comedia, sino que de un paso de uno, y otro de otro había hecho la capa de pobre, de remiendo, y que el daño no había estado sino en lo mal zurcido.

Tratamos todos muy mal al compañero poeta, y yo principalmente, diciéndole que mirase de la que nos habíamos escapado y escarmentase. Díjome que jurado a Dios, que no era suyo nada de la comedia, sino que de un paso tomado de uno y otro de otro, había hecho aquella capa de pobre, de remiendo, y que el daño no había estado sino en lo mal zurcido.

Tratamos mal al compañero Poeta, y yo, diciéndole que mirase de la que nos habíamos escapado, y escarmentase, díxome que no era suyo nada de la Comedia, sino que de un paso de uno y otro de otro había hecho la capa de pobre de remiendo, y que el daño no había estado sino en lo mal zurcido.

El contraste entre la abundancia de los metales preciosos en América, y su escasez, tan comun en aquel tiempo en Europa, y mas especialmente en España, explica esta sed inextinguible de oro en los que marchaban bajo los pendones de Cortes y Pizarro. La disciplina militar no era entonces tan severa que enfrenase la licencia del soldado, y escarmentase la prevaricacion de los gefes.

Palabra del Dia

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