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Actualizado: 14 de julio de 2025
Abríase, a la sazón, una campaña electoral para padres de la patria; y, según los sujetos de quienes vamos tratando, nada más eficaz contra la tormenta que les amenazaba, que enviar al Parlamento hombres de orden, de progreso racional, enemigos implacables de toda exageración, y ricos e independientes, por contera.
No era Villalegre la cabeza del partido judicial, ni oficialmente la población mas importante del distrito electoral de nuestro amigo; pero cuantos allí tenían voto estaban tan subordinados a un grande elector, que todos votaban unánimes y, según suele decirse, volcaban el puchero en favor de la persona que el gran elector designaba.
Y a las dos servía también de acompañante el P. Enrique, único varón quizá de todo el distrito que no intervenía en el asunto electoral.
Allí ámbas cámaras tienen su orígen en el voto popular, si bien restringido este por un censo electoral que hace depender el derecho de la cuota de imposicion. Los consejos provinciales y municipales funcionan con independencia y hacen del régimen municipal una verdad palpable.
Pues que el decreto de disolución se retrase unos meses más, y con lo cara que está la vida, España se morirá de hambre. Es preciso acabar con esta leyenda de que un candidato no es importante más que como un diputado en potencia. Lo importante no es el diputado, sino el candidato. Lo importante no es el Parlamento, sino el período electoral.
El Arcipreste, a quien en Santiago conocían por el apodo de Sobres de Envelopes, a causa de una candorosa pregunta en mal hora formulada en una tienda, había sido en otro tiempo, cuando simple abad de Anles, el mejor instrumento electoral conocido.
Sin que Ana sospechase nada, porque Mesía había cumplido su palabra, dada a Frígilis, de despedirse por escrito para un viaje electoral, urgentísimo y breve; sin que Ana sospechase por lo menos que se trataba de la vida o la muerte de su esposo y de su amante, salió de casa don Víctor por la puerta del parque acompañado de Frígilis, a la hora en que solían ir de caza.
En sus diversos altos y paradas, que disponía siempre aquel de los seis caciques más conocedor del terreno electoral que iba a pisarse, no encontró siempre don Simón un albergue tan placentero como el del hidalgo, ni muchos tipos que se le parecieran en la nobleza del carácter. ¡Cuánto abundaban los traficantes en votos y los especuladores en candidaturas!
Palabra del Dia
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