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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Recibiéronme con la mayor alegría del mundo, diciendo que para qué les tenía escondido el ser señor de Valcerrado y Villorete. Diéronme el recado. Con esto, la muchacha se remató, codiciosa de marido tan rico, y trazó de que la fuese a hablar a la una de la noche por un corredor que caía a un tejado donde estaba la ventana de su aposento.
Encareciéronme tanto la vida de la farándula, y yo, que tenía necesidad de arrimo, concertéme por dos años con el autor; hícele escritura de estar con él, y dióme mi ración y representaciones, y con tanto llegamos a Toledo. Diéronme que estudiase tres o cuatro loas, y papeles de barba, que los acomodaba bien con mi voz.
Como á las 5 leguas, á la parte del S, encontramos con la rancheria de Lope Mozo, de nacion Mataca, que componia el número de 130 indios de toda chusma: recibíome con agrado: demostróme el gozo que tenia de la oferta de reduccion que les habia hecho el Señor Arias, y habiéndolos regalado, en recompensa dièronme una lechiguana, y gustosos se despidieron.
A mí diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la laceria que les traían me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de mí como del lastimado de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió.
Encareciéronme tanto la vida de la farándula, y yo, que tenía necesidad de arrimo y me había parecido bien la moza, concertéme por dos años con el autor. Hícele escritura de estar con él y diome mi ración y representaciones. Y con tanto, llegamos a Toledo. Diéronme que estudiar tres o cuatro loas y papeles de barba, que los acomodaba bien con mi voz.
Entre los que me rodeaban reconocí a algunos marineros del Rayo, les pregunté por Medio-hombre, y todos convinieron en que había perecido. Después quise enterarme de cómo me habían salvado; pero tampoco me dieron razón. Diéronme a beber no sé qué; me llevaron a una casa cercana, y allí, junto al fuego, y cuidado por una vieja, recobré la salud, aunque no las fuerzas.
Encarecióme tanto la vida de la farándula, que yo, que tenía necesidad de arrimo, y me había parecido bien la moza, concertéme por dos años con el Autor. Hícele escritura de estar con él, y dióme mi ración y representaciones, y con tanto llegamos á Toledo. Diéronme que estudiase tres ó cuatro Loas y papeles de barba, que los acomodaba bien con mi voz.
Aquella noche, quando me iba á meter en la cama, entráron dos familiares de la inquisicion, acompañados de una ronda bien armada; diéronme un cariñoso abrazo, y me lleváron, sin hablarme palabra, á un calabozo muy fresco, donde habia una esterilla para acostarse, y un soberbio crucifixo.
A mí diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento; que de la laceria que les traían, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba. Y no tenía tanta lástima de mí, como del lastimado de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió.
Preguntéles donde estaba el José Antonio, y qué familia tenia: y me dijo, "ya lo has pasado, pues está dentro, en unas lagunas, y tiene mas de 200 indios". Regaléles cuchillos, ropa, tabaco y otras cosas: diéronme unos zapallos, y me despedí de ellos.
Palabra del Dia
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