Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 9 de junio de 2025


Para lo cual me será preciso interrumpir á ratos brevemente la narración para inteligencia de las cosas que en ella se insinúan, y la referiré por extenso, como puntualmente la escribieron á su Provincial los PP. Lucas Caballero y Felipe Suárez. Salida el alma del cuerpo, le salieron al encuentro dos, con semblantes de hombre, que le convidaban á que fuese con ellos á otro país.

La sazón del tiempo, que era la del verano, la comodidad del sitio, el resplandor de la luna, el susurro de las fuentes, la fruta de los árboles, el olor de las flores, cada cosa déstas de por , y todas juntas, convidaban a tener por acertado el parecer de que allí estuviésemos el tiempo que las fiestas durasen.

Mas, por la gran confianza que su amo le otorgaba, los tertulios de D. Pedro le guardaban consideraciones, y apesar de la rusticidad de su trato y del traje campestre que llevaba, cuando le tropezaban en la calle le abrazaban familiarmente, le convidaban a entrar en el café y a veces le llevaban al teatro.

En el edificio no había provisiones de boca, pero la caravana distaba mucho de haber consumido las que sacó de Benarés, y en la selva además abundaban los cocoteros, los plátanos, los mangos, las palmeras, los naranjos, los limoneros y otros árboles cargados de fruta. Y todos aquellos contornos convidaban con fácil y riquísimo éxito a la caza y a la pesca.

La Inquisición envió sus alguaciles para que recatadamente observaran aquella casa que de tan antiguo tenía fama de maldita, y viesen lo que eran sus nuevos habitantes; y los alguaciles declararon lo que ya se sabía, esto es, que la dama iba todas las mañanas a misa de alba a la catedral, y que la oía con recogimiento; que se volvía luego a su casa; que la puerta, y las ventanas, y los miradores permanecían cerrados, y que no se oía dentro ruido alguno; que la casa del duende parecía encantada, y que sólo por un postigo del jardín salían muy temprano seis negros esclavos, que iban a la plaza de la Encarnación y volvían con seis grandes cestones llenos de vituallas; que, en fin, los pocos criados que salían de la casa eran serios y pálidos como desenterrados, y que si bien bebían cuando los convidaban, hablaban poco y muy pensado, y no se les sacaba ni una sola palabra con referencia a su señora.

Y por la noche, cuando se retiraban con el azadón al hombro, no faltaba una buena alma que los llamase desde la puerta de la taberna de Copa. Los hacían entrar, los convidaban á beber y luego les iban hablando al oído con la cara ceñuda y el acento paternal y bondadoso, como quien aconseja á un niño que evite el peligro.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando