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Actualizado: 15 de mayo de 2025


Tal vez añadía el padre las personas honradas y pacíficas andarán ahora muy confiadas imaginando que ya acabó la era de las revoluciones, porque la Iglesia es pobre y no tiene bienes que le quiten; pero ¡ay, cuán lastimosamente se equivocan! A falta de bienes de la Iglesia se pondrán, o se ponen ya en lo alto de la cucaña, los bienes de los particulares ricos.

La letra del romance trata generalmente de asuntos moriscos, o refiere piadosas leyendas o tristes historias de reos. Este famoso y antiguo romance que ha llegado hasta nosotros, de padres a hijos, como una tradición de melodía, ha sido más estable sobre sus pocas notas confiadas al oído, que las grandezas de España, apoyadas con cañones y sostenidas por las minas del Perú.

Fijos allí, no quitábamos los ojos de la tremenda fila de corazas que resplandecían en la loma de enfrente, quietas y confiadas en su valor y pesadumbre.

Una calzada de un cuarto de legua conduce de la mision al puerto, especie de bañado en donde se ven amarradas las canoas, confiadas á la vigilancia de una familia indígena. Este es el parage donde van tambien á bañarse diariamente los indios y las indias, seguros de no ser molestados por los caimanes.

Se critica el sufragio universal, pero no se da la razón de su crítica; el error de los que lo combaten acerbamente, consiste en creer que el sufragio universal es el derecho que todos tienen de elegir. ¡Error! ¡Grave error, señores! Si las leyes del Universo están confiadas a una sola voluntad, no se comprende cómo la universal puede estar confiado a todas las voluntades.

Las vidas de los que dormían en los otros pisos, encima y debajo de él, no estaban confiadas á su vigilancia... Pero á los pocos días sintió que le faltaba algo que era una de las mayores satisfacciones de su existencia: la voluntad del poder, el gusto del mando. Dos criadas de aire azorado acudían á sus voces y sus repiqueteos de timbre.

Hay que despertar, antes de que nos veamos maniatados mientras dormimos. ¡Ay del que encontremos enfrente de nosotros!... Desnoyers sintió la necesidad de contestar á estas arrogancias. El no había visto nunca el círculo de hierro de que se quejaban los alemanes. Lo único que hacían las naciones era no seguir viviendo confiadas é inactivas ante la desmesurada ambición germánica.

El borracho, avejentado prematuramente, era un barón de Berlín, antiguo capitán de la Guardia imperial, que había perdido al juegos sumas importantes confiadas por sus superiores. En vez de matarse, como lo exigía su familia, se vino á América, rodando hasta lo más bajo. Empezó siendo general en el Nuevo Mundo, y acabó de peón ebrio y mal trabajador.

Palabra del Dia

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