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Actualizado: 24 de junio de 2025
La casa con sus ventanas abiertas, los jardines con sus vivísimos colores, los campos ondulantes, todo aparecía como envuelto en una atmósfera de paz y de supremo bienestar. El conjunto tenía un aspecto alegre y hospitalario que animó a Delaberge a persistir en sus intenciones. Le pareció descubrir en todo ello el reflejo de la personalidad atrayente y cordial de la propietaria.
Ocultábame casi tras unos tapices que separaban el salón de una salita, y desde allí sorprendí la conversación de dos respetables matronas, cuyas simpatías me había conquistado. Reina está muy guapa esta noche, y como siempre, es la reina del baile. Sin embargo, Blanca de Pavol es más linda. Sí, pero es menos atrayente.
El «terror», en Hervieu, como en Maupassant, no se vé, y he aquí su fuerza; es la fuerza de «Lo otro», de lo que nadie sabe; el poder atrayente y poderoso de los cuartos cerrados, de los viejos retratos, de los cortinajes que el viento estremece suavemente ante la puerta de las habitaciones á oscuras... Un determinismo absoluto y perfectamente razonado rige lo maravilloso en Hervieu.
El sentimiento de los celos, la amargura de no haber sido el primero y el único, rejuvenecía la pasión del marino, alejando el cansancio de la hartura, dando á las caricias de ella el sabor acre, desesperado y atrayente al mismo tiempo de una forzosa confraternidad con ignorados antecesores.
Además, aquella mujer parecía dotada de un sentido diabólico para adivinar su presencia. Le descubría en sus escondrijos, por apartados que fuesen; pasaba ante él orgullosa y atrayente a la vez, lo mismo que una reina convencida de su majestad, con un fluido en torno de su persona que desarticulaba y abatía los santos propósitos mejor construidos.
Desde el principio de la estación, Max Platel se mostraba muy solícito con ella; la joven estaba envanecida, pues el novelista a un exterior atrayente reunía una reputación lisonjera, y la circunstancia de que se le reconociera talento, aumentaba el mérito de sus atenciones. Y nuestro amigo Huberto Martholl ¿cómo es que no se encuentra ya aquí? preguntó Diana.
Palabra del Dia
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