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Lo interesante era volver á contemplar su rostro, mirarse en sus ojos claros, acariciadores y graciosamente irónicos. ¡Ay, cómo le amaba!... Las amigas la acogían siempre con la misma pregunta: «¿Cómo signe el herido?...» Y ella contestaba con seguridad: «Mejor. Pronto vendrá á París.» Y pasaron meses; y llegaron cartas y más cartas de letra extraña, dictadas por él.

Ces accordé articles ont eté respondus a Roan par le commandement du Roy. Mr. le Connestable pric. le 13 de Janvier 1597. Signé. Neufville. Monseigneur le Connestable connoisant les vertus & merites du ds. seig. Perez & sur l'assurance quil luy a donee de son affection et fidelité au service de Sa Maj.

te has hecho justicia con tu crimen: Mi noble patria batirá las manos, Al ver que en sacuden sucio limen Los libres que combaten á tiranos. Signe por esa huella ensangrentada Que el verdugo señala con su planta, Y encontrarás al fin de la jornada Un buen cordel que oprima tu garganta.

De abandonarse la poblacion del Rio Negro, se signe el abandonar los medios que nos pueden facilitar el descubrimiento de los terrenos incultos que median entre nuestras poblaciones de Mendoza vecinas á la cordillera de Chile y este establecimiento, por ser incontestable, que por este rio y sus brazos se facilitará con mas comodidad, de que por tierra: ni me hacen fuerza las dificultades halladas por el piloto Villarino en la navegacion del rio; pues así como él lo descubrió hasta el parage donde llegó y dejó de continuar por falta de socorro, ¿porqué no se podrá continuar lo que falta hasta donde sea posible?

Este que se le signe, es el curioso Gran DON PEDRO DE HERRERA, conocido Por de ingenio elevado en punto honroso. Este, que de la carcel del olvido. Sacó otra vez á Proserpina hermosa, Conque á España y al Dauro ha enriquecido, Verasle en la contienda rigurosa, Que se teme y se espera en nuestros dias, Culpa de nuestra edad poco dichosa, Mostrar de su valor las lozanias.

Un mundo, que ya es polvo, se eleva en torno mio, un pueblo, que ya es sombra, me signe por do quier, y del presente, pobre, descolorido y frio, los soñolientos ojos aparté con hastío, buscando las grandezas del olvidado ayer.