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Actualizado: 9 de junio de 2025
Y el ingreso también... Lo mismo haré yo, es decir, lo he hecho; pero no me ha valido, crea usted, amiga de mi alma, que no me ha valido. Teniendo renta segura, el toque está en acomodar las entradas a las salidas, y no extralimitarse... Por Dios, querido Ponte, no hagamos otra vez la barbaridad de reírnos del balance y de la... Ahora reconozco que Trujillo tiene razón.
Segunda empezó por presentarse todos los días en la tienda de la Concepción Jerónima, y armar un escándalo a su hermano y a su cuñada. «Que si tú eres esto, si eres lo otro...». Parece mentira; Villalonga y yo, que oíamos estos jollines desde el entresuelo, no hacíamos más que reírnos. ¡A qué degradación llega uno cuando se deja caer así!
Nos mirábamos con Mounsey y no podíamos menos que reírnos. ¿Dónde vivía usted en Europa antes de embarcarse? me preguntaba. En el Grand Hôtel, en París. ¿Dónde cenó por última vez? Chez Bignon, avenue de l'Opéra. A ver el menú. Le narraba una de esas pequeñas cenas deliciosas en que todo es delicado, y luego, en venganza, le hacía contar una soirée en casa de algún embajador en Viena.
Pero la complicación de causas trae la complicación de efectos, y por eso vemos en el mundo tantas cosas que nos parecen despropósitos y que nos hacen reír. Vea usted por qué yo profeso el principio de que no debemos reírnos de nada, y que todo lo que pasa, por el hecho de pasar, ya merece algo de respeto. ¿Se va usted enterando?
¡Qué hermoso me parece todo esto! exclamó Ricardo, ocultando quizá su pensamiento íntimo. Y a mí... ¡qué triste! Déjate de ver cosas tristes, Lorenzo, y piensa que al franquear aquella tranquera hemos hecho honda y firme la resolución de aquel amigo, que les referí ayer: «¡Ahora, hay que reírse!» Trataremos de reírnos.
Palabra del Dia
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