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Actualizado: 7 de mayo de 2025
En uno de estos recodos otra cosa no menos indefinida y malévola, se arrojó sobre él con una blasfemia, encarándole una pistola y requiriéndole la bolsa o la vida.
De trecho en trecho, al voltear los recodos de la via, veíamos algunos pobres pueblecitos, trepados en caprichosos anfiteatros sobre las faldas empinadas, á la vera del camino, ó sobre los relieves abruptos de las rocas que dominan las angosturas.
Desde sus altos recodos veíamos los abismos inmensos en cuyo fondo se despeña el rio, iracundo y desbocado, despertando con el ruido de sus cascadas los mil ecos de las montañas.
A las dos horas poco más o menos, tornaron a abrir la puerta, y entró el escribano a leerme la sentencia. No se me condenaba nada más que a morir en garrote vil, si bien en atención a que jugaba con mucha seguridad los recodos limpios, dejábase a mi arbitrio señalar el día de la ejecución.
A las dos horas poco más o menos, tornaron a abrir la puerta, y entró el escribano a leerme la sentencia. No se me condenaba nada más que a morir en garrote vil, si bien en atención a que jugaba con mucha seguridad los recodos limpios, dejábase a mi arbitrio señalar el día de la ejecución.
En él están más aislados, sin que por eso estén solos; pero abundan los árboles tras de los cuales pueden estrecharse la mano, y recodos en que pueden acercarse el uno al otro. »Contemplábales yo oculto tras de mi ventana y veía por entre las lilas buscarse sus manos y confundirse sus miradas.
Algunos de sus recodos están llenos de árboles arrancados por la corriente, y que han ido amontonándose poco á poco en aquellos lugares.
Alejado, bien alejado, de las grandes rutas por donde en invierno cruzan los numerosos turistas ingleses, americanos y alemanes, solitario e inexplorado, visitado sólo por los sencillos contadini de las montañas, el rumoroso río serpentea formando tortuosas curvas y caprichosos recodos, alrededor de ángulos puntiagudos, y bajo inmensos árboles con sus copas inclinadas, en torno de grandes peñascos y piedras enormes, gastadas y suavizadas por la acción del agua a través de los siglos.
En los recodos de las peñas donde se amontonaban las algas y se secaban al sol, me gustaba también estar sentado; ese olor fuerte de mar me turbaba un poco la cabeza, y me producía una impresión excitante como la del aroma de un vino generoso. Las horas se nos pasaban entre las rocas, en un vuelo; casi siempre yo llegaba tarde a casa.
Palabra del Dia
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