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Actualizado: 28 de junio de 2025
Bien hacía el marqués en mostrarse orgulloso de su ganadería, compuesta de bestias finas, seleccionadas por los cruces. No era el buey destinado a la producción de carne, de piel sucia, basta y rugosa, la pezuña ancha, cabizbajo, y con los cuernos enormes y mal colocados.
Harto penoso érale volver a pasar bajo los arcos sucesivos del antiguo torreón almenado que guarnece la cabecera. Sus piernas se hundían en una ola brusca de cabras o de carneros; aquí un borrico le estropeaba la bota con la pezuña, allí una vaquera de la sagra le apartaba de un manotón.
Otro periódico ministerial, El Puente de Alcolea, completaba estas noticias con el siguiente sueltecito, en que no asomaba ya la manaza, sino la pataza del excelentísimo Martínez, descargando una coz digna de la formidable pezuña del legítimo buey Apis: «Es completamente inexacto que el registro llevado a cabo por la policía en el palacio del señor marqués de Villamelón no produjese resultado alguno.
¡Aquí! ¡Venga usted aquí! «Me trata de usted, ¡malísimo!» se dijo el perro, a quien no hacían efecto las pompas y vanidades. Y avanzó con mayores precauciones aún, asegurando bien la pezuña a cada paso que daba, meneando el rabo de un modo vertiginoso. ¡Aquí! ¡Aquí! seguía gritando la vieja. Por fin, a una velocidad máxima de seis pasos por minuto, llegó el Cuco a su destino.
No era posible que faltasen el demonio y el vicio, aquél en forma terrorífica, con descomunales narices coloradas, rabo y hendida pezuña, y éste, al contrario, á fuer de gracioso, con vestido variegado y un látigo en la mano. En la invención de estas piezas se revela á menudo poderosa fantasía, y en la ejecución del plan gran perspicacia y sutil ingenio.
Y unos le clavan al burro la cola en la pezuña, o en las costillas, o en la frente. Y otros la clavan en la hoja de la puerta, creyendo que es el burro. Dicen en los Estados Unidos que este juego es nuevo, y nunca lo ha habido antes; pero no es muy nuevo, sino otro modo de jugar a la gallina ciega.
Cual hosco toro que en lazada envuelto Se niega altivo á obedecer la fuerza, Y rebramando con furor se esfuerza, Y aspa y pezuña quiere allí clavar, Tal Pedro Obando con poder resiste Al férreo brazo de que está pendiente, Mientras el lazo entre los dos, crugiente, Se vé como una lámpara oscilar.
Palabra del Dia
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