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Actualizado: 17 de mayo de 2025
A poca distancia d'Elven, tomamos un camino extraviado que nos condujo á la cumbre de una árida colina. Desde allí percibimos distintamente, aunque á mucha distancia, el coloso feudal, dominando frente á nosotros en una altura poblada de árboles. El erial en que nos hallábamos, bajaba por una escarpada pendiente hacia unas praderas pantanosas guarnecidas por una espesa selva.
Lo pasado pues se refiere siempre á un punto presente tomado en la cadena de los tiempos; y con respecto á este, se dice que una cosa fué ó pasó: sin esta relacion es imposible concebir la idea de pasado; es absurda. Ateniéndonos á la definicion que hemos dado del tiempo, diremos que cuando percibimos el ser de una cosa, y luego su no ser y el ser de otra, aquella es pasada con respecto á esta.
La experiencia existe, en esta misma conciencia de la relacion de todos los pensamientos al yo; en este punto al cual todos se ligan; la relacion al yo no es posible, si el yo no es algo; los pensamientos no pueden ligarse en el yo, si el yo es un puro nada. «Refiriendo, continúa Kant, el pensamiento al yo, no podríamos establecer por una observacion cierta una permanencia semejante; porque si bien el yo se halla en el fondo de todo pensamiento, no obstante ninguna intuicion propia para distinguirle de todo otro objeto perceptible, está ligada con esta representacion.» Es cierto que el yo permanente no le percibimos de la misma manera que los objetos de las demás intuiciones; pero le percibimos con el sentido íntimo, con esa presencia de que no podemos dudar, y que segun confiesa el mismo Kant, nos hace referir todos los pensamientos al yo como á un sujeto comun en el cual se ligan.
Para llegar á la idea del yo necesitamos la unidad de conciencia, y esta no la conocemos sino en cuanto la tenemos experimentada, es decir, en cuanto percibimos la relacion de lo uno á lo múltiplo, de un sujeto á sus modificaciones.
El acto reflejo con que percibimos nuestra existencia, está expresado por la proposicion: yo soy; ó yo existo; pero esta proposicion por sí sola, no nos dice nada sobre la naturaleza del yo, y está muy lejos de probarnos nuestra absoluta independencia.
Estas expresiones «A no es B; ó A y B son distintos,» son enteramente idénticas. Con ella percibimos la identidad y la distincion; la unidad y el número; con ella comparamos, con ella afirmamos ó negamos. Sin esta percepcion no nos es posible pensar.
De aquí que no afirmemos que esta cosa o aquella, que el Universo todo, que cuanto es o puede ser, sea como nosotros lo percibimos o lo imaginamos; pero ya imaginado o percibido, o dígase dado el supuesto, todo se encadena, y compone un conjunto armónico de verdades dentro de nuestro mundo ideal, si bien no se adecue tal vez ni responda con exactitud a la realidad del mundo que está fuera de nosotros, del que sabemos poquísimo y del que tal vez tenemos noticias equivocadas por ministerio de los sentidos.
Así en el caso presente, no solo tenemos la intuicion sensitiva de la extension, sino que percibimos algo comun á todas las cosas extensas: la extension deja de ser un objeto particular, y pasa á ser como una forma general aplicable á todas las cosas extensas.
He dicho que la sucesion envuelve exclusion recíproca de las cosas que se suceden: y la principal de las exclusiones es la del principio de contradiccion; al percibir el tiempo, percibimos la sucesion; luego hemos percibido ya la contradiccion.
Esta es una hipótesis absurda: porque este otro ser lo hemos de hallar siempre, siquiera en nosotros que percibimos el ser y el no ser. Se replicará que podemos suponer la completa desaparicion de nosotros mismos, y que entonces queda en pié la dificultad. Aunque nosotros desapareciésemos, habria inteligencias capaces de percibir el ser y el no ser.
Palabra del Dia
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