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Actualizado: 11 de junio de 2025
E aquellos que lo recibian, tenian cargo de lo vender á los de la hueste á un precio tasado, que ni bajaba ni subia mas. En esta negociacion, contado el precio que costaba el trigo é la cebada i el precio á como se vendia, i las costas que sobre ello se facian, se falló de pérdida en tiempo de seis meses, mas de cuarenta cuentos de maravedís.
Fundieron 17, y salieron tan buenos, que sobre el precio estipulado se les abonaron 1.500 maravedís . Eran pues los ribadoquines piezas ligeras de bronce de reciente adopción, cuyas condiciones se descubren en las partidas de cuentas de gastos hechos para aquel sitio, á saber: Bancos de ribadoquines pagados á los carpinteros. Maderos de olmo labrados á hacha para los mismos. Maromas.
Púsome nombre del perro sabio y no habíamos llegado al alojamiento cuando, tocando su atambor, andaba por todo el lugar pregonando que todas las personas que quisiesen venir a ver las maravillosas gracias y habilidades del perro sabio, en tal casa, o en tal hospital, las mostraban, a ocho, o a cuatro maravedís, según era el pueblo, grande o chico.
La sexta, que luego que prenden á alguno, le toman la hazienda, como hazen en Castilla, y le dan dos maravedís para comer cada dia.
-Pues, ¿qué? -dijo el autor-. ¿Quiere vuesa merced que se lo dé a un librero, que me dé por el privilegio tres maravedís, y aún piensa que me hace merced en dármelos? Yo no imprimo mis libros para alcanzar fama en el mundo, que ya en él soy conocido por mis obras: provecho quiero, que sin él no vale un cuatrín la buena fama. -Dios le dé a vuesa merced buena manderecha -respondió don Quijote.
Justamente repuso su abuelo , porque ni entonces, ni ahora, ni nunca, habéis podido tragarla; y no la habéis podido tragar, porque lo que se quería en esta casa no era familia por el ansia natural de tenerla, ansia que sienten hasta los irracionales, sino un heredero varón en quien vincular los relumbrones aristocráticos de tu marido, como si importara seis maravedís que se perdiera la casta directa de ese mentecato; y como a Dios no se le engaña, después de probaros la voluntad y la mala entraña con la hija que os dio, sin merecerla, os ha castigado en el varón que apetecíais..., porque ese niño ha de ser, está siendo ya, vuestro castigo.
Trabamos conversación con él; todo lo llevaba a materia de maravedís, que es gente que naturalmente nació para bolsas. Comenzó a nombrar a Visanzón, y si era bien dar dineros o no a Visanzón, tanto que el soldado y yo le preguntamos que quién era aquel caballero.
Palabra del Dia
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