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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Una barrica de harina, ingeniosamente transformada, constituía el sillón del paralítico. En conjunto, puede afirmarse que la limpieza más exquisita y el más pintoresco gusto reinaban en los escasos detalles de aquella rústica vivienda. La merienda fue un triunfo culinario.
Ya sabemos que Periquito amaba las obras sólidas de la Naturaleza. Para expresar los deseos que atormentaban su espíritu, valíase ingeniosamente de la forma de sueños. Otras veces, se veía sobre la cúspide de una altísima montaña. Las nubes se acercaban. La mujer era blanca como el campo de la nieve, mórbida y espléndida como la flor de la magnolia.
El francés M. Lartigue ha puesto en evidencia ingeniosamente varios lunares é inexactitudes que presenta la geografía de Maury. Empero el autor americano, precavido en esto, no trata de ocultar lo que piensa respecto á lo incompleto de su ciencia, declarando que en ciertos puntos no le ha sido dado valerse más que de hipótesis. Otras veces parece que titubea, preséntase soñador, inquieto.
Enormes cometas en forma de dragones y gigantescas mariposas; otras tan ingeniosamente dispuestas, que a intervalos lanzaban, al entrar de cara al viento, el grito del halcón; algunas tan grandes que era imposible que ningún muchacho pudiera dominarlas, tan grandes que hacían comprender el por qué en China echar los cometas es una diversión para los mayores; mitología de porcelana y bronce tan desastrosamente fea que, por la misma imposibilidad de serlo, no despertaban ni simpatía humana ni sentimiento alguno de piedad; jarros de dulce cubiertos completamente por pensamientos morales de Buda y de Confucio; sombreros que se parecían a cestos, y cestos que se parecían a sombreros; sedas tan tenues y delicadas que no me atrevo a decir el increíble número de yardas cuadradas que podrían atravesar a la vez un anillo infantil.
Cuantos más requiebros la soltaba, cuanto más le hacía comprender que le causaban impresión sus atractivos, más indiferente y distraída se mostraba ella. Con su donaire peculiar cortaba en seco cualquier lisonja, desviaba ingeniosamente la conversación y la encauzaba hacia los temas filosóficos en que tanto se placía. Velázquez se sintió humillado.
Palabra del Dia
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