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Actualizado: 30 de septiembre de 2025
Eran por este tiempo muy usadas las resignas y permutas aun en beneficios desiguales: así este prebendado fué primero canónigo, luego racionero, y por último beneficiado de Hornachuelos, conservando la chantría. En agosto de este año se acabó el altar que hizo á S. Leandro y S. Isidoro el racionero Juan Garcia de Henares.
Los novios de Hornachuelos describen las humillaciones, que el rey D. Enrique III hace sufrir á un orgulloso rico-hombre de Extremadura, llamado Meléndez. La escena más notable es aquélla, en que el Rey penetra disfrazado en la habitación de su insolente vasallo para castigar su orgullo. Cierra las puertas, y se presenta cubierto á Meléndez, el cual, aun sin conocerlo, cae en tierra como agobiado por el solo poder de la majestad real. El Rey: El enfermo rey Enrique, Tercero en los castellanos, Hijo del primer Don Juan, A quien mató su caballo, Comenzó, Lope Meléndez, A reinar de catorce años, Porque entonces los tutores Del reino le habilitaron. Por Rey natural Castilla Le veneraba, no tanto, Que la edad á los descuidos No les concediese mano: Con la enfermedad también Más le desacreditaron En la omisión al respeto Inobedientes vasallos. El Rey, bien entretenido, Pero mal aconsejado, En la caza divertía Atenciones á los cargos. Dormido el gobierno entonces, La justicia á los agravios De los humildes servía, Más que de asombro, de aplauso. Fuéronle, amigos fieles Los días, avisos dando; Que en veinte años nunca han sido Prodigios los desengaños. Volvió á Burgos una noche De los montes, más cansado Que gustoso; cenar quiso; Y ninguna cosa hallando Al despensero llamó, Y preguntóle enojado Qué era la ocasión.
Palabra del Dia
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