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Pero enhorabuena, he de conceder la igualdad, que no tienen: en este caso, ¿no debiamos haber ocurrido á Valdivia á examinar y comprobar aquellas citas que eran un verdadero testimonio de la verdad? Pero ¿qué se hizo? Diferir en un todo á la autoridad del autor, como si las inaccesibles montañas, que formaba su imaginacion y discurso, fuesen verdaderas.

Así marchamos hasta las nueve de la noche; las mulas, trabajando en la oscuridad, comenzaban a fatigarse, y el riesgo de una caída se hacía por momentos más inminente. Debíamos haber subido algunos centenares de pies porque el frío comenzaba a hacerse sentir, así como el hambre, que no olvida jamás sus derechos.

Estuve conforme con que debíamos ir y ver por nuestros propios ojos la misteriosa casa; por lo tanto, después de pasar una noche tranquila y agradable en el Devonshire, partimos al día siguiente para Yorkshire en el primer tren matinal.

Debíamos partir para Sevilla al día siguiente, y aprovechamos la segunda noche que nos quedaba visitando un teatro y algunos cafés. En desquite, el café es en todas las ciudades españolas un elemento social sumamente curioso.

Si al dia siguiente debíamos ver, por una singular fortuna, los tres grandes fenómenos de óptica y meteorología á que se suele prestar el Rigi, en la tarde, que estaba despejada pero llena de poética melancolía, pudimos contemplar el inmenso panorama bajo su aspecto apacible.

Nosotros debíamos trasladarnos directamente a aquella capital, de modo que ella nos encontraría instalados y trabajando en la forma y modo que eligiéramos, pero bajo la dirección especial de Agustín.

No había más pieza que la que ocupábamos, y en ella, dentro de aquella atmósfera saturada de comida y humo de tabaco, debíamos dormir no menos de veinte personas. Conseguimos con Mounsey dos catres, atrancamos con ellos la puerta del cuartito, nos tomamos un enorme trago de brandy, y envolviéndonos en nuestras mantas, y sin sacarnos ni la corbata, nos tendimos sobre la lona dura y desnivelada.

En Haguenau debíamos tomar un coche, ó en su defecto algun har-

¿Por qué no ha de existir una estación aquí, en la Presa, donde vivimos cerca de mil personas? clamaba Antonio González, el dueño del boliche . En cambio, el tren se detiene en muchos sitios donde sólo hay un caballo atado á un poste para llevarse la correspondencia. Debíamos enviar una comisión á Buenos Aires.

Había resuelto, con Reginaldo, que no debíamos perder un momento más de tiempo, ahora que me sentía suficientemente mejorado y fuerte para viajar, y que era preciso marchar para Toscana, con el fin de averiguar la realidad de aquel misterioso registro cifrado.