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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Don Silvestre Seturas tenía cuarenta años de edad, plus minusve, y era todo lo alto, robusto, curtido y cerrado de barba que puede ser un mayorazgo montañés que no ha salido nunca de su aldea natal más allá de un radio de tres leguas, cabalgando en el clásico cuartago, al consabido trote cochinero, como dicen por acá, ó al paso de la madre, expresándonos según los cultos castellanos ... de Becerril de Campos.

En la enagenacion de la basílica de Córdoba concurrian varias de estas causas, pues no solamente se trataba de evitar los males de la promiscuidad de dos cultos tan opuestos como el cristiano y el mahometano, sino que ademas era de necesidad casi absoluta el constituir la catedral cristiana cómoda, decorosa y separadamente.

La geografía de Ptolomeo era admitida por los hombres cultos. Preocupaba el continente asiático a la Europa medieval, puesta en contacto con él por las invasiones de los musulmanes y las expediciones de los cruzados.

En Buenos Aires este asunto no metió bulla, porque eran puntos éstos en que las opiniones estaban de acuerdo; las necesidades eran patentes. La cuestión de libertad de cultos es en América una cuestión de política y de economía. Quien dice libertad de cultos, dice inmigración europea y población.

Estaba allí bien representada la juventud de Colombia en aquellos hombres cultos, de una corrección social perfecta, de maneras sueltas y elegantes. El corte intelectual del bogotano joven es característico. Desde luego, una viveza de inteligencia sorprendente, eléctrica en su rapidez de percepción.

Merced a su estilo prodigioso, don Rosendo escribía con la misma facilidad un artículo sobre la libertad de cultos, que redactaba un informe acerca de la industria pecuaria. Sus enemigos decían que cometía muchos galicismos. ¿Y qué? En el mero hecho de prohijarlos un escritor de tal valía, dejaban de serlo, y se convertían en puras y castizas locuciones castellanas.

Hace mucho tiempo que no pongo los pies en Villaverde, y entiendo que mis paisanos son ya más cultos, pues de allá me escriben, y me dicen que ya no son así: que ya no gustan de presentarse mal vestidos; que adoptan las modas acertadamente, y que en las sastrerías villaverdinas se reciben figurines nuevos cada tres meses.

Es razonable, por tanto, suponer, que hombres tan cultos y eruditos como el maestro Pedro de Medina, el Bachiller Peraza, el Ldo.

Prueba de esta confianza de los que tienen es que ya, en los países cultos, nadie o casi nadie atesora. Pocos años ha, todos los que podían atesoraban. La literatura popular está llena de historias y leyendas de tesoros ocultos, guardados por un dragón, por un gigante o por un monstruo terrible, que nada menos se necesitaba para que no los robasen.

Si suponemos que este hombre nada sabe de las teorías de probabilidades y combinaciones, que ni aun tiene noticia de esta ciencia, ni ha pensado nunca en cosas semejantes, su certeza será igual, sin embargo de que no podrá fundarla en cálculo de ninguna especie; igual la tendrán todos los circunstantes rudos ó cultos, ignorantes ó sabios: sin necesidad de reflexion, instantáneamente, todos dirán ó pensarán: «esto es imposible, esto no se verificará.» ¿En qué fundan, repito, tan fuerte conviccion?

Palabra del Dia

amitié

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