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Actualizado: 22 de junio de 2025
Y pensando que eras tú, Por cierto engaño que dudo, Le respeté, corrigiendo Con la lealtad lo iracundo. Hago alarde de mi sangre; Venzo al temor con quien lucho; Pídeme el honor venganza; El puñal luciente empuño; Su corazón atravieso; Mírale muerto, que juzgo Me tuvieras por infame Si á quien deste agravio acuso, Le señalara á tus ojos, Menos, señor, que difunto.
Estaba corrigiendo una tarde pliegos de un libro, cuando se le presentó Pateta en actitud humilde. ¿Qué quieres? Pedirle a Vd. un favor, porque el señor Millán no ha venío. Vamos, di. Pues yo tengo novia. Es decir, novia mía, la verdad, no es; pero ya nos hablamos algo... y mañana es su santo.
Pasó adelante y vio que asimesmo estaban corrigiendo otro libro; y, preguntando su título, le respondieron que se llamaba la Segunda parte del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal vecino de Tordesillas.
Como éste tenía más horas libres que aquél, y se iba muchos ratos a hacerle compañía, Millán le rogaba con frecuencia que le ayudase, de donde se originó que, durante una larga temporada en que hubo prisas en la imprenta, Pepe se pasó noches enteras corrigiendo pruebas; lo cual su amigo le enseñó con pocas advertencias, y él perfeccionó en algunas semanas.
Palabra del Dia
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