Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 19 de junio de 2025


Eran aquellas tertulias de la cocina una conmemoración incesante de los méritos del difunto, en todas las edades y circunstancias de su larga vida: a nadie le faltaba algo que recordar o referir o comentar. «Aqueya vista de oju que leía en la escuridá»; «el decir agudu de la su palabra»; «la mucha mano que tenía en todas partes para vencer imposibles, en bien de aquel vecindario»; este rasgo generoso; aquel dicho tan a tiempo; la blandura de su corazón, siempre abierto a las desdichas ajenas, igual que su bolsa inagotable; su saber de todo, su tener de todo para todos, y su vivir con nada; lo duro de su correa, su apegamiento al terruño natal; sus heroicidades de hombre, sus valentías de mozo; los donaires de su persona, el rumbo de sus bodas y lo rozagante de su mujer; siendo muy de notarse que en estas pinturas de las cosas de la juventud de mi tío Celso, siempre acudían presurosos don Pedro Nolasco o don Sabas el Cura a confirmarlas, cuando no a enriquecerlas con nuevos y muy curiosos datos, con la autoridad irrecusable de testigos presenciales.

Creyó con esto limpiar el alma de la mácula horrible de sus amores de renegado, mostrando, por fin, al Señor, que ya no quedaban en su corazón ni vestigios del pasado apegamiento. Al siguiente día, Ramiro cayó en un estado casi agónico. Sólo doña Guiomar, acompañada de Casilda y de una antigua doncella, le asistieron. Había perdido mucha sangre.

El Canónigo musitaba, gemía, suspiraba, con el rostro cubierto. Por fin, bajando las manos, embozose con furia, y, después de buscar la salida como un ciego a lo largo del muro, desapareció de la cuadra, dando con el pie, hacia atrás, un terrible portazo. Ramiro sintió que todo su maquinal apegamiento hacia aquel hombre acababa de trocarse en súbito rencor.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando