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Actualizado: 19 de julio de 2025


Muchos fabliaux y leyendas de esta especie se divulgaban así por los pueblos, y existen largos catálogos de los que sabían, conservados en las instrucciones que se daban á los actores .

El conferencista, a pesar de su modesta situación de ayudante, era admirado por muchos, como esos grandes actores que, aun permaneciendo mudos en un extremo de la escena, consiguen mayor atención que los que hablan y gesticulan en primer término.

Lentamente las discusiones de los actores van encalmándose, y con la noticia de que los ensayos han empezado, la curiosidad ardiente del público recibe un terrible y definitivo espolazo. También se habla de la «mise en scène», que será fastuosa y originalísima. Jusseaume, Paquereau y d'Amable, han pintado las decoraciones; los trajes son soberbios: algunos han costado doce mil francos.

No obstante, si hemos de dar crédito al testimonio de Santiago Ortiz, á principios del reinado de Felipe IV hasta las aldeas tenían locales á propósito para representar comedias en cualquiera época, si contaban con actores que las desempeñasen.

Dos siglos tan sólo han transcurrido desde la muerte de los grandes actores, que asombraron á toda España en tiempo de Lope de Vega, y se ha desvanecido su memoria de tal modo, que se hace preciso recurrir á libros viejos de pergamino, llenos de polvo, para averiguar sus nombres y conocer algunas noticias ligeras de su importancia y de su vida.

Estos artistas de verso también paran a veces en la cárcel, según el gobierno que rige los destinos de la Nación. Suele tener la culpa el empresario que no paga y además insulta el hambre de los actores.

Los ensayos se hacen siempre al aire libre, no solo porque los actores necesitan gran espacio para ejercitarse en el moro-moro, si que también porque es justo que el público en general participe de todos las incidencias del espectáculo.

Los tres amigos convienen en que hay cierto linaje de histriones infames y malos, como, por ejemplo, los zarabandistas, que con sus lascivos movimientos excitan á la lujuria; pero que la profesión de actores, así trágicos como cómicos, no tiene en nada de despreciable, sino que, al contrario, es útil y necesaria, aunque se pueda reconvenir á los directores porque arrastran consigo á demasiada muchedumbre de actores; cuando con siete ú ocho se podría representar la mejor tragedia ó comedia del mundo, y ellos llevan en sus compañías catorce ó diez y siete.

En el teatro era casi un dictador: los actores le halagaban porque les podía hacer daño con un descuido intencionado, la empresa se mostraba satisfecha de él, y los dependientes le respetaban y le consideraban como jefe.

Mounet-Sully, sólo quiere que el comediante tenga «sensibilidad, imaginación». Pero esto es raro: los actores todos, desde Mélingue á Luciano Guitry, piden para sus compañeros, antes que genio, elegancia y belleza. A propósito de esto, podrían citarse muchas anécdotas.

Palabra del Dia

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