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No traigo aquí esta cita como prueba de milagro, sino como prueba candorosa de la facilidad, del tino, del inexplicable don del cielo con que aquella mujer, que no sabía gramática, ni retórica, que ignoraba los términos de la escuela, que nada había estudiado en suma, adivinaba la palabra más propia, formaba la frase más conveniente, hallaba la comparación más idónea para expresar los conceptos más hondos y sutiles, las ideas más abstrusas y los misterios más recónditos de nuestro íntimo ser.

Sutiles discusiones teológicas y escolásticas se leen al lado de escenas profanas de amor; ángeles y demonios; el Niño Jesús y la Virgen María; santos y figuras simbólicas se ofrecen en las tablas, con reyes, labradores, estudiantes y bufones. Los anacronismos y la inobservancia de los usos y costumbres, se cuentan por millares.

Así dice en la epístola á D. Antonio de Mendoza: «Necesidad y yo partiendo á medias El estado de versos mercantiles, Pusimos en estilo las comedias. Yo las saqué de sus principios viles, Engendrando en España más poetas Que hay en los aires átomos sutiles

Verdad es que se encuentran á veces en sus obras atrevidas y exageradas metáforas, giros dialécticos demasiado sutiles, comparaciones é imágenes, que excitan la extrañeza de los extranjeros.

Según lo cual, no quieran los galanes, Aunque traten, ó incautos ó sutiles, Con rameras, con siervos ó truhanes, Envilecerse entre plebeyos viles, Sin descuento; ni príncipes ni reyes Aplebeyar los ánimos gentiles. Haz al fin que el lugar, el tiempo, el modo, Guarden su propiedad; porque una parte Que tuerza de esta ley, destruye al todo.

Por último, me ha leído mi padre cosas sutiles y un poco hondas para ser penetradas de pronto; pero que suspenden y enamoran cuando se medita en ellas. Es lectura que a él no le agrada, por no comprenderla, y que a me ha cansado también unas veces, deleitándome otras. Pero no hay duda que cuando se da con un autor que sepa hablar con claridad, esas materias son preciosas.

Ambas confesaban a menudo y hacían preguntas al capellán sobre dudas muy sutiles de la conciencia, pareciéndose en esto a los estudiantes aplicaditos que acorralan al profesor a la salida de clase para que les aclare un punto difícil.