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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Así la corriente se dirige sin cesar de un lado á otro trazando curvas sucesivas: desde el manantial á la desembocadura, el agua no hace más que rebotar contra los dos ribazos. Las ondulaciones cóncavas y convexas alternan en toda la longitud de sus bordes: para la mirada es esto un ritmo, una música.
Sin esfuerzo ninguno de su voluntad para impedirlo, y sin poder dominarse, lanzó un grito agudo penetrante, que fué repercutiendo de casa en casa, y que devolvieron las colinas lejanas, como si una comparsa de espíritus malignos, conociendo cuanto horror y miseria encerraba aquel grito, se hubiera divertido en hacer rebotar el sonido de un lado á otro.
Se oyó un estrépito formidable; y no quedó nada, lo que se llama nada, sobre la mesa, porque los cinco palos fueron a estrellarse en la cara de Maravillas; la bola de Leto saltó tras ellos, con diferente rumbo por suerte de Tinito el sabio; y las otras dos, por haber chocado la del Ayudante con el mingo que estaba en cabaña, desaparecieron en las troneras, después de rebotar unos instantes de baranda en baranda, como si las persiguieran centellas.
Iban hablando con arreglo á sus gustos y á los azares de su profesión. Los roturadores de tierras mencionaban el alpataco, odioso arbusto del país, que yergue sobre el suelo una cabellera vegetal de escasa altura, y en cambio avanza sus raíces hasta una distancia de treinta metros. Su madera era dura como el bronce y hacía rebotar las hachas, rompiéndolas muchas veces.
Ramiro miraba hacia uno y otro lado por ver si hallaba algún conocido, cuando una brusca exclamación brotó de la multitud y fue a rebotar contra la inmensa muralla. Don Diego de Bracamonte acababa de aparecer en la puerta de la prisión. Caminaba a su izquierda el Guardián de los descalzos, fray Antonio de Ulloa.
Palabra del Dia
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