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Actualizado: 18 de julio de 2025


Si intentamos investigar las causas externas, que contribuyeron á que el drama de esta época no abandonase tan ínfimos peldaños, las descubriremos fácilmente recordando el estado político de España en dicho período.

Gante, un tiempo capital del condado de Flándes, es el centro político y social de la provincia del Este, contando en su seno como 112,000 habitantes.

Sin duda corresponde al presente estado social y político la culpa de que nuestra Prensa sea como es, y de que no pueda ser de otro modo mientras nuevos tiempos y estados mejores no le infundan la devoción del Arte.

Allí aparecieron, arrebatados de una mano a otra mano, los primeros números de aquellos periodiquitos tan inocentes, mariposillas nacidas al tibio calor de la libertad de la imprenta, en su crepúsculo matutino; aquellos periodiquitos que se llamaron <i>El Revisor Político</i>, <i>El Telégrafo Americano</i>, <i>El Conciso</i>, <i>La Gaceta de la Regencia</i>, <i>El Robespierre Español</i>, <i>El Amigo de las Leyes</i>, <i>El Censor General</i>, <i>El Diario de la Tarde</i>, <i>La Abeja Española</i>, <i>El Duende de los Cafés</i> y <i>El Procurador general de la Nación y del Rey</i>; algunos, absolutistas y enemigos de las reformas; los más, liberales y defensores de las nuevas leyes.

Al decir que se veían no quiero significar que los he visto yo mismo; desde luego comprenderéis que los pobres periodistas no entraban en aquel lugar como en el molino. Su intención se limitaba a fomentar un arte eminentemente aristocrático y político. El transcurso de los años es posible que haya hecho cambiar todo esto, porque las aventuras del señorito L'Ambert no datan de la semana pasada.

Probablemente en la época de este encuentro que con él tenemos, durante el invierno de 1833, las incomprensibles diabluras de este juglar político constituían también una labor fina y doble, es decir, revolver los partidos en provecho del ministerio y vender el ministerio a los partidos.

Si el duque no hubiera llevado allí, según su sentido político, un alto objeto, hubiera roto por todo y hubiera pedido á doña Ana luz. Pero aquella mujer le parecía muy importante, y necesario y conveniente de todo punto seguir representando á obscuras un papel de rey enamorado y celoso de su dignidad. El duque de Lerma incurría en su millonésima equivocación.

En los años siguientes, la tal fiesta nunca había pasado de ser una feria populachera, durante la cual pretendían inútilmente parodiar su gloria otros poetas escogidos por el favoritismo político. Hasta una vez ¡oh, espectáculo repugnante! el designado para cantar tan sublime aniversario había sido una poetisa, es decir, un hombre, cosa nunca vista después de la Verdadera Revolución.

Señor juez: ¡soy víctima de una abominable maquinación! ¡Han logrado dar un golpe de chantage político sin ejemplo en la historia del sufragio universal! EL JUEZ. ¡No veo la relación que pueda tener esto con el sufragio universal! ELOY. ¿Me juzga usted culpable? EL JUEZ. Yo le pregunto solamente si confiesa los hechos.

¿Y qué te importa? Pero ¡cómo no ha de importarme! En primer término, ya sabes que Eleuterio, mi marido, es de lo poquito bueno que existe entre el elemento político. Nadie puede decir nada de él. Y mira que pudo hacer cosas cuando estuvo en el gobierno. Pues, nada, salió con una mano atrás y otra adelante. Y además de honesto, ya sabes que hay pocos que sepan más que él.

Palabra del Dia

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