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Actualizado: 29 de junio de 2025
A la derecha, junto a la ventana, un cuadro atribuído a Cabrera: San Juan Nepomuceno, vestido como un canónigo angelopolitano, presentando, asida con el pulgar y el índice de la mano derecha, una cosita, roja como fresa estival, la lengua sanguinolenta, acabadita de cortar.
Y como doña Lupe era algo golosa, trajo un día un cucurucho de fresa, bien escondido entre la mantilla; mas no lo puso en la mesa. Concluida la comida, y mientras Nicolás leía La Correspondencia o El Papelito en el comedor, doña Lupe se encerraba en su cuarto para comerse la fresa bien espolvoreada con azúcar.
HELADO DE FRESA. Se toma un kilo de fresa, y por un tamiz se va pasando, agregando despacito, a fin de que pase mejor, algo menos de medio litro de agua; en el líquido se echan tres cuartos de kilo de azúcar y se pone al fuego un rato para que se haga como un almíbar; se deja enfriar, se pone en la heladora y se hiela.
LICOR DE FRESA. Se aplastan y exprimen bien medio kilo de fresas; en tres cuartos de litro de agua hirviendo se disuelve medio kilo de azúcar pilón y se vierte sobre las fresas, que se tendrán en un tamiz, y así sueltan todo el jugo; se tapan bien, y cuando se ha enfriado se agrega medio litro de alcohol, se deja todo unido unos dos días y se filtra.
Alentada por esta declaración arrancose Fortunata a revelar que, en efecto, pensaba algo, y que algunas noches tenía sueños extravagantes. A lo mejor soñaba que iba por los portales de la calle de la Fresa y ¡plan!, se le encontraba de manos a boca. Otras veces le veía saliendo del Ministerio de Hacienda. Ninguno de estos sitios tenía significación en sus recuerdos.
Iba el jinete colorado, no como un pimiento, sino como una fresa, encendimiento propio de personas linfáticas. Por ser joven y de miembros delicados, y por no tener pelo de barba, pareciera un niño, a no desmentir la presunción sus trazas sacerdotales.
Los señores jóvenes que allí había consiguieron, no sin grande esfuerzo, separar a Octaviano de su intervención en la contienda e interponerse entre los dos principales contendientes, reteniendo sus manos y refrenando sus lenguas. Completamente se acibaró el contento que allí reinaba. Antes de que amaneciese se expidieron en el ómnibus el Merengue de fresa y las demás niñas.
Palabra del Dia
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