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Actualizado: 29 de junio de 2025
El viajero, el curioso ó el que por su cargo inspecciona la isla, recorre las costas, siéndole muchas veces imposible internarse por oponerse la fragosidad del terreno, lo inhospitalario de sus pampas y bosques, la falta de caminos, la carencia de recursos y el estado de algunas tribus que se asemejan á las que habitan las montañas de Mariveles y algunas provincias del Norte.
Los de estas islas viven errantes en la fragosidad de las selvas, y aunque los hay de ellos que bajan á comerciar y se comunican con los pueblos cristianos, se encuentran muchos que huyen de todo trato con los hombres de distinta raza, manteniendo una continua guerra con otros habitantes de los bosques.
El cuándo y el cómo se formó el volcán, ni la historia lo dice, ni la tradición lo relata; solo la configuración del monte, la relación que en sí guarda con las vertientes del Sungay y el estudio del suelo, pueden conducirnos á la hipótesis más ó menos aproximada de suponer haber corrido por lo que hoy es laguna, una cordillera, que comprendería desde las faldas del Sungay, á las riberas de la laguna de Bay, y quién sabe si llegaría más allá, encadenando sus ásperas lomas con los picos de la isla del Talin, yendo á perderse entre la fragosidad de Morong y Nueva Ecija.
¡Dios lo quiere! pensó Ramiro. ¡Un ángel lo aguija! No tardó en internarse en la fragosidad de la sierra.
Me sirve también de singular consuelo el ver, que por medio del fuego de la mayor gloria de Dios que arde en los corazones de mis hermanos los Jesuitas, misioneros de la provincia del Paraguay obra Dios los milagros que obraba en la primitiva Iglesia, porque cumplen estos á la letra lo que Cristo manda á los que profesan la vida apostólica, discurriendo por las inmensas campañas de aquella parte de América, trepando inaccesibles selvas y bosques venciendo la fragosidad de los montes, arrestados siempre á perder mil vidas, sólo por darla á infinitos bárbaros, que ciegos con las tinieblas de la gentilidad, viven más como fieras que como racionales.
Luego que lo advirtieron los PP. Joaquín de Yegros y Lorenzo Fanlo montaron á caballo en su seguimiento, y fueron á alcanzarlos por unos cerros hacia Salta; mas siendo mucha la espesura de los bosques, y fragosidad de las sierras, se desmontaron, y á pie los siguieron, con increíble fatiga, porque no huían por vía recta, sino oblícua siempre, porque decían que así no les podría seguir la peste, cansada de los matorrales y revueltas.
Palabra del Dia
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