Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 20 de mayo de 2025
Galba lo mandó a todos los diablos. Ah-Fe lo contempló plácidamente y retirose decidido a poner en práctica su propósito. Con todo, antes de marcharse de Fiddletown, encontrose por casualidad al coronel Roberto y se le escaparon algunas frases incoherentes que interesaron al militar. Cuando hubo terminado, el coronel le entregó una carta y una pesada moneda de oro.
En el hotel de Fiddletown, el coronel Roberto esperó en vano toda aquella noche, y a la mañana siguiente, cuando el señor Galba regresó a su casa, la encontró vacía, sin habitantes y sin huella alguna del drama del día anterior.
La señora de Galba dejó caer con espanto la ropa y mirole fijamente. Como no sentía para él el cariño que avivaba la percepción de Carolina, no podía distinguirlo aún de sus congéneres. En un momento recordó la pasada pena, y con vaga sospecha de un peligro inminente, le preguntó cuándo se había marchado de la casa de su amo. ¡Oh, mucho tiempo! Yo no gustar Fiddletown. No gustar Tlevelick.
El caballero que disfrutaba de esta infeliz distinción se llamaba Galba. Habíase divorciado de su excelente esposa para casar con la sirena de Fiddletown.
Palabra del Dia
Otros Mirando