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Actualizado: 13 de julio de 2025
Asegurados estos, que nada habia que recelar de parte de los indios, se tranquilizaron algo, y entraron á cenar juntos en casa de Endeiza.
Pero al primer plato que se puso en la mesa, entró D. José Cayetano de Casas, derramando mucha sangre, de una peligrosa estocada, que le habian dado los criollos, por haber resistido que entrasen por la esquina de la matriz, que estaba guardando con su compañia, y al tiempo que referia su desgracia y aseguraba era cierta la conjuracion de los criollos contra ellos, oyeron que despedian desde la plaza millares de piedras hácia la casa y balcones, y determinados á defenderse hasta el último estremo, tomaron las armas de fuego que tenian, para dispararlas contra los amotinados, y resistir su insulto: pero detúvolos el mismo dueño, D. José de Endeiza, sugeto de vida ejemplar, quien conociendo era inevitable la muerte de todos, les hizo el siguiente razonamiento, lleno del celo cristiano que le animaba.
Se comprendieron en esta desgracia, D. José Endeiza, D. Juan Blanco, D. Miguel Salinas, D. Juan Pedro Ximenez, D. Juan Vicente Larran, D. Domingo Pavia, D. Ramon Llano, D. José Cayetano Casas, D. Antonio Sanchez, D. Francisco Palazuelos, otros que no se conocieron, y cinco negros.
Pasaban ya de 4,000 los amotinados, crecia el peligro de los europeos, encerrados en la casa de Endeiza, y se aguardaba por instantes fuesen víctima del populacho.
A este no sola le constaba que muchos de los europeos estaban acaudalados, sino que él y algunos de sus inicuos compañeros vieron depositar muchas barras y zurrones de plata sellada en cara de D. José Endeiza, á quien se le consideraba mas de 50,000 pesos efectivos.
Palabra del Dia
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