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Actualizado: 16 de junio de 2025
Entendido: las mayores pá mi chiquiya, y la otra pá el señor Pepe. Adiós, y de lo que hemos hablado antes, ni una palabra... chitito. Corriente: quede Vd. con Dios, señorita, y gracias. Ella se entró en el hôtel y él desapareció tras las tapias de unos corralones cercanos. Paz supo más de lo que esperaba averiguar.
La enferma animábase también con la presencia de los compañeros de trabajo, aquellos gañanes que antes de comer su gazpacho de la noche pasaban un momento ante ella, esforzándose por infundirla ánimo con rudas palabras. El temible Juanón la hablaba todas las noches, proponiendo curaciones enérgicas, propias de su carácter: Tú lo que necesitas es comer, chiquiya; trajelar.
Animado con sus carcajadas, me figuré que había logrado, al fin, dar con el secreto de la gracia andaluza, y, por lo visto, comencé a desbarrar de un modo lamentable. Una de las veces que Matilde me ofrecía una caña, le dijo no sé quién: ¡Ojo, chiquiya, que eso es un bolo! La Serrana le hizo un guiño, que pude ver.
Palabra del Dia
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