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En el certamen poético, abierto en los años de 1620 y 1622, para solemnizar la beatificación y canonización de San Isidro, superó á todos cuantos tomaron en él parte, por el número de sus composiciones. Se había prometido un premio para cada especie de poesía, pero ningún poeta podía recibir más de uno.

Es de advertir que en la primitiva iglesia no se tenian en público por santos ni se hacia fiesta como á tales sino á solos los mártires, y que en la iglesia mozárabe de Córdoba perseveraba esta costumbre. «En padeciendo un mártir, dice Ambrosio de Morales, luego le celebraban la fiesta en todos los años, le decian sus horas y le daban su leyendaProclamábanse, pues, los santos en la España árabe por voz pública en cuanto morian, sin esperar canonizacion de Roma.

Se celebró en la catedral con toda clase de demostraciones festivas la canonizacion del rey S. Fernando, y en la capilla de Villaviciosa se le erigió altar. A 27 de octubre hizo tambien fiesta la catedral por la canonizacion de S. Francisco de Borja, en memoria de haber predicado el santo en ella.

En los años de 1620 y 1622 tomó parte en el certamen poético, celebrado con motivo de la beatificación y canonización de San Isidro . A los diez y nueve años abandonó la Universidad y se trasladó á Madrid, en donde muchos grandes le dispensaron su favor, y á los veinticinco entró, por su propia inclinación, en el servicio militar, y estuvo en Milán, y después en Flandes.

En los años de 1595, en la canonización de San Jacinto; en el de 1614, en la beatificación de Santa Teresa, y en 1622, en la canonización de San Isidro de Madrid , hubo justas poéticas de esta especie, á que concurrieron casi todos los poetas más afamados de España. La osada y fecunda fusión de lo sagrado y lo profano, peculiar al catolicismo español, penetró también en las fiestas religiosas.

Lo peor es, que despues de haber llenado un libro de revelaciones, no se halla en todo él ni una sola prueba, de si fueron, ó no verdaderas, y es, porque los Escritores no lo dudan. Ya se queja de estos descuidos Benedicto XIV. en su Obra de la Canonizacion de los Bienaventurados, donde de propósito trata este mismo asunto.

En la segunda parte refiere Lope su vida lo que quería que se supiese de su vida y traza uno de los principales documentos en que se apoya su biografía. Madrid celebró la canonización de San Isidro en 1622.

El virrey, conde Lemos, en cuyo período de mando tuvo lugar la canonización de Santa Rosa, murió en diciembre de 1673, y su corazón fué enterrado bajo el altar mayor de la iglesia de los Desamparados. Las armas de este virrey eran, por Castro, un sol de oro sobre gules.

El apagar todo el esplendor de su hermosura, riqueza y talento en las soledades de un claustro era el complemento único de su fama, la última firma echada en el expediente de su canonización popular.

El último libro que vió la luz en vida del poeta fué el de las Rimas humanas y divinas publicado con el seudónimo de Tomé de Burguillos, aquel personaje cómico que había inventado Lope para figurar en las justas poéticas de la beatificación y canonización de San Isidro. Apareció en Madrid en 1634. En este libro está incluída la famosa epopeya burlesca La Gatomaquia.