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Actualizado: 17 de junio de 2025
Espíritu libre, emprendedor y diestro, paladín de las Ideas Generales, mi pariente, que se llama Procopio, considerando que la mujer no vale los tormentos que ocasiona, y que los ochocientos mil reis de un olivar le bastan y le sobran a un espiritualista, consagró su vida a la Lógica y sólo se interesa por la Verdad.
Sus composiciones sueltas y su poema histórico Nápoles recuperada, bastan para darle lugar preeminente en el español Parnaso. No es menos notable como prosador castizo y elegante.
Bastan aquí estas indicaciones, que se comprenderán mas á fondo al tratar de la multitud de las substancias, contra el error de los panteistas. Un ser que no sea algo, del cual no se pueda afirmar alguna propiedad, es un ser muerto, que nosotros no concebimos sino bajo la idea general de cosa, y que hasta se nos ofrece como imposible de realizar.
En La niña de Gómez Arias se ha aprovechado mucho de la del mismo nombre de Guevara; en El gran príncipe de Fez encontramos reminiscencias de la de título idéntico de Lope; el auto de Calderón de Psiquis y Cupido, ofrece muchas analogías con el del mismo título de Valdivielso, advirtiendo que, á los ejemplos aducidos, podríamos añadir otros muchos, no haciéndolo, porque bastan los expuestos para probar en general la verdad de nuestra afirmación.
Pero sin auxilio alguno de los libros sabios, a simple vista no más, podemos ver esta milagrosa variedad de los seres. Y bastan unos simples rasgos para producirla. El rostro humano se compone de tres elementos: unos ojos, una nariz y una boca. Y cada ser que integra la humanidad es distinto. No cabe con menos recursos una diferenciación mayor.
Para lo primero, basta conocer el encadenamiento de algunos hechos y proposiciones, cuyo conjunto forma el cuerpo de la ciencia; para lo segundo es preciso saber cómo se ha construido esa cadena que enlaza un extremo con otro; para lo primero bastan hombres que conozcan los libros, para lo segundo son necesarios hombres que conozcan las cosas.
Además, lord Gray es riquísimo, y aunque las riquezas no bastan a suplir en los hombres la falta de ciertas cualidades, cuando estas se poseen, las riquezas las avaloran y realzan más.
Pero si se siente mal de esas aprensiones dichosas no me dé pormenores, bastan generalidades...». Ana escribía: «...Buenas noticias. Nada más que buenas noticias.
¡Toma de mis alhajas el tesoro Leila le interrumpió; gente esforzada á sueldo toma, derramando el oro; haz que brille en la lid el nombre moro, corre la tierra infiel en algarada! ¡Tus joyas no, porque en el logro fies exclamó Ataide de mi noble empresa, me bastan de la sierra los monfíes, feroces cual los fuertes jabalíes que se abren paso entre la jara espesa!
Esa turbación... AZUCENA. Dejadme... permitidme que me vaya... JIMENO. ¿Irte?... Don Nuño, prendedla. AZUCENA. Por piedad, no... ¡Qué! ¿No bastan los golpes de esos impíos, que de dolor me traspasan? NU
Palabra del Dia
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