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Actualizado: 5 de julio de 2025
Los ricos aplaudían á la guardia civil cuando daba tormento, resucitando los procedimientos salvajes de la Inquisición; los pobres admiraban al fuerte, al audaz, viendo muchos de ellos la suprema gloria en la bomba de dinamita; los gobiernos, ante el más insignificante motín, abominaban de la libertad como si fuese un fardo abrumador... En otros tiempos, los católicos rancios presentaban sus pruebas de pureza de sangre para demostrar que estaban limpios de todo origen judío ó mahometano. ¿Quién podría jurar hoy que no circulaba por sus venas sangre de fraile ó de familiar del Santo Oficio?
Ninguna de las recepciones vespertinas del potentado universitario se había visto tan concurrida como la de esta tarde. Todos los que abominaban del contacto de la muchedumbre acudían á una tertulia que proporcionaba á sus asistentes cierto prestigio literario. Además, la reunión de esta tarde tenía un alcance político.
Y lo más extraordinario era que todos abominaban de la imaginación como de una facultad deshonrosa y ridícula. «Nada de ilusiones: hay que ver las cosas tales como son, y en el caso de exagerar colocarse en lo peor.
Don Policarpo, el boticario de Villalegre, hacía muy bien los honores del establecimiento, donde concurrían casi todos los personajes del lugar, a despecho de las mujeres, que eran devotas y que abominaban del boticario, porque lejos de estar en olor de santidad, alcanzaba la poco envidiable fama de descreído y materialista.
Y los crédulos muchachos, que oían al Morenito en silencio porque estaban en el mar, lejos de toda posibilidad de acción, pero abominaban interiormente de estos planes que pugnaban con las preocupaciones de su honradez, mirábanse indecisos al ver que un señor como don Isidro no se escandalizaba.
Abominaban de la impiedad de las masas, de todas las realidades de la vida vulgar; se decían católicos, anarquistas y aristócratas al mismo tiempo; no pensaban gran cosa en la religión, pero hablaban, con los ojos en blanco, de la dulzura del pecado monstruoso y de la voluptuosidad del arrepentimiento, seguido de la reincidencia.
Palabra del Dia
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