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Actualizado: 13 de mayo de 2025
No hay muchos casos como yo, bien lo sabes; ni de estos tipos que jamás, ni antes ni después de casados, tuvieron trapicheos, entran muchos en libra. Cada cual en su época. Juanito, en la suya, no puede ser mejor de lo que es, y si te empeñas en hacer de él un anacronismo o una rareza, un non como su padre, puede que lo eches a perder.
Pues a lo que iba: sin darnos tiempo para sacudirnos el polvo del camino, ¡zas! una nube de visitas; y enseguida otra... ¡Ay, Virtudes de mi corazón! ¡qué fatigas aquellas... y qué tipos de señoritas, y de señoras... y aun de señores!
Los ingleses, cuya fisonomía moral es más variada que la nuestra, han podido, más que nosotros, multiplicar sus tipos en literatura. En Fielding son ingeniosos y sorprendentes, en Richardson ingenuos y sublimes.
Pero son otra cosa. Si vamos a la mujer de Francia, tan refinada y que en algunos tipos deliciosos llega a ser exteriormente perfecta, ¿hay sin embargo, entre todas las heroínas de sus grandes escritores realistas, alguna que te sugestione por sí misma, por la expresión de una fisonomía interior inconfundible?
En aquellos momentos parecía mas vivo el contraste de los diversos tipos.
Parecía haber en él dos tipos distintos: uno para la tarea, otro para las travesuras; y diríase que, como correspondiendo a estos dos seres, tenía dos fisonomías diversas.
Suelo y cielo de Filipinas. Panoramas indescriptibles. La cascada del Botocan. La grandiosidad ante los ojos del alma. Evocaciones y recuerdos. Un ateo. El camarín del Botocan. Almuerzo al borde del abismo. Chismografía al por menor. Cuentos y anécdotas. Las mujeres filipinas. Tipos y registros. Opiniones. Amor desgraciado. Leyenda y autógrafo. Camino de Tayabas. Llegada á Lucban.
No sé qué género de influencia poderosa y benéfica han ejercido siempre sobre Pereda, aldeano de nacimiento, los tipos de gente de mar y las escenas de pesca. Pero lo cierto es que siempre que toca a ellas se engrandece y resulta superior a sí mismo.
No obstante, podrían contenerse en muy pocas líneas los títulos de todas las novelas que, después de las inmortales obras maestras de Cervantes y de Rabelais, contienen tipos verdaderos, originales y bien caracterizados, y merecen un puesto en esta categoría.
Pero si en el modo de designarlos hay algo de bautizo caprichoso y arbitrario, todo lo restante es en ellos asombrosa verdad: no pueden imaginarse tipos más perfectos de esa suciedad y desorden con que el cuerpo y las ropas, el continente y el semblante, acusan la perturbación del pensamiento: de su orgullosa filosofía a la pérdida de la razón no hay más que un paso.
Palabra del Dia
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