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Actualizado: 5 de junio de 2025


Rosa Carraspique en el mundo, sor Teresa en el convento, murió de una tuberculosis, según Somoza, de una tisis caseosa, según el médico de las monjas, que era dualista en materia de tisis. Pero lo que no dudó ningún enemigo del Provisor fue que la culpa de aquella muerte la tenía don Fermín, fuese lo que quiera de los pulmones de la chica.

Unos decían que se hallaba en segundo grado de tisis, otros que en tercero, y había también quien sostenía que sólo se hallaba en primero. De todos modos, nadie dejaba de asignarle alguno de estos grados confortables. Era un ser apacible y transparente o por lo menos traslúcido, como si estuviera fabricado de porcelana de Sevres, que vivía, sonreía y tosía.

El tifus se cura con caldo y agua de Sedlitz; las meningitis más graves, con tratamientos antiflogísticos; las afecciones del corazón más rebeldes, con el método de Valsava; pero ¡ay! la tisis... No hay más que una enfermedad, sólo una, que ni el mismo Dios puede curar, si no es haciendo un milagro, y precisamente es ésa la que me arrebata a mi hija.

El clérigo sonreía, con los ojos en el suelo, diciendo en voz baja: No la hagan ustedes caso. La señora marquesa es muy aprensiva. Verán ustedes cómo resulto en último grado de tisis. Padre, hay que cuidarse ... hay que cuidarse.... Usted trabaja demasiado.... Por el bien mismo de la religión debe usted cuidarse. Todos se apresuraban a aconsejarle con afectuoso interés.

Palabra del Dia

rigoleto

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