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Actualizado: 20 de junio de 2025
Nada de esto reflexiona su inconstancia, y el poco sufrimiento á los trabajos de la navegacion, que debia hacer por el Estrecho á Lima y á otros puertos para sostener, fomentar y asegurar las poblaciones.
Sin embargo, la chispa no se extinguió hasta julio de 1783, en que tuvo lugar en Lima la ejecución de don Felipe Tupac, hermano del infortunado Inca, caudillo de los naturales de Huarochirí. «Así dice el deán Funes terminó esta revolución, y difícilmente presentará la historia otra ni más justificada ni menos feliz.»
Pues, señores, ya que he escrito el resumen de la historia administrativa del gobernante, no dejaré en el tintero, pues con su excelencia se relaciona, el origen de un juego que conocen todos los muchachos de Lima. Nada pondré de mi estuche, que hombre verídico es el compañero de La Broma que me hizo el relato que van ustedes a leer.
Los soldados del general Salom llegaban de noche hasta ponerse a tiro de fusil, y gritaban: A Lima, muchachas, que la patria engorda y da colores palabras que eran una apetitosa promesa para las pobres hijas de Eva, a quienes el hambre y la zozobra traían escuálidas y ojerosas.
Jamás se han vista en Lima procesiones tan espléndidas como las de entonces; y Lorente, en su Historia, trae la descripción de una que se trasladó desde palacio a los Desamparados, dando largo rodeo, una imagen de María que el virrey había hecho traer expresamente desde Zaragoza.
El tipo corresponde en esa parte al de las tapadas de Lima, que segun entiendo tienen de sobra con solo un ojo visible para excitar vivamente el interes.
En oposición a éste, Zárate y otros cronistas dicen que Pizarro sólo sabía hacer dos rúbricas, y que en medio de ellas, el secretario ponía estas palabras: El marqués Francisco Pizarro. Los documentos que de Pizarro he visto en la Biblioteca de Lima, sección de manuscritos, tienen todos las dos rúbricas. En unos se lee Franxº. Piçarro, y en muy pocos El marqués.
A los lados de la popa del pontón, en las aristas, había chaflanes con vidrieras llenas de adornos barrocos. A esta clase de chaflanes llamaban en los navios antiguos los jardines. No había manera de pasar por encima de ellos. Dame la lima me dijo Ugarte. Se la di.
Que el gobierno colonial hizo lo posible por desterrarlas, me lo prueba un bando o reglamento de duelos que el virrey don Teodoro de Croix mandó promulgar en Lima con fecha 31 de agosto de 1786, y que he tenido oportunidad de leer en el tomo XXXVIII de Papeles varios de la Biblioteca Nacional.
Para dar una idea del culto que Esquilache rendía a las letras, nos será suficiente apuntar que, en Lima, estableció una academia o club literario, como hoy decimos, cuyas sesiones tenían lugar los sábados en una de las salas de palacio.
Palabra del Dia
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