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Actualizado: 28 de julio de 2025
Pero fuele la fortuna contraria, pues donde la pudiera esperar y tener buena, allí la perdió, con perder la libertad en la felicísima jornada donde tantos la cobraron, que fue en la batalla de Lepanto. Yo la perdí en la Goleta, y después, por diferentes sucesos, nos hallamos camaradas en Costantinopla.
En esta capilla está el altar del Rosario, erigido inmediatamente despues de la célebre batalla naval de Lepanto; está rodeado de cuadros y estatuas maravillosas, las paredes que rodean el altar están elegantemente vestidas de bajos relieves admirables, con estatuas de Torreti, maestro que fué de Canova: las tres naves del templo son altísimas.
Después vinieron Prócida y las Vísperas Sicilianas, D. Jaime de Aragón, Roger de Flor y el Imperio de Oriente, el duque de Osuna y Nápoles, Venecia y el marqués de Bedmar, Massanielo, los Borgias, Lepanto, D. Juan de Austria, las galeras y los piratas, Cervantes y los padres de la Merced.
No es nuestro ánimo pintar aquí la famosa batalla de Lepanto, ni al propósito de nuestro libro conviene; que el curioso puede verla en las historias que de ella hablan largamente, y con pelos y señales: gran jornada fue, gran gloria alcanzó en ella nuestra patria; que puesto que fueron diversas las naciones que con sus armadas a aquella empresa acudieron, por generalísimo fue nuestro don Juan de Austria, y a su prudencia y a su buen consejo y a su aliento, se debió que aquel grandísimo triunfo se lograse; y más grande fuera, si a todas sus consecuencias se hubiera llegado: a nosotros sólo nos compete decir en el presente libro, cómo fue que nuestro Miguel conquistó en aquella memorable jornada su glorioso apodo de Manco de Lepanto.
Al fin, el 5 de Octubre la armada de la Liga llegó a Cefalonia, teniendo a babor la Morea; y la descubierta, comandada por el capitán Juan de Cardona, descubrió al doblar el golfo de Lepanto la escuadra del turco.
Palabra del Dia
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